jueves, 2 de noviembre de 2023

SÓLO SABE CONTAR HASTA UNO.

Hay personas con las que no acostumbro a hablar de cosas de fe. Nos respetamos, aunque intuimos.  Ellas tienen su manera de vivirla, totalmente diferente a la que yo estoy formado. No son  personas practicantes, y sus manifestaciones no son como las mías, muy de cara afuera.


Pero a la hora de la verdad, la de los hechos, me dan mil vueltas.


Leo a Benedicto XVI:


«La oración no ha de ser una exhibición ante los hombres; requiere esa discreción que es esencial en una relación de amor. [...] El amor de Dios por cada uno de nosotros es totalmente personal y lleva en sí ese misterio de lo que es único y no se puede divulgar ante los hombres». 


¡Gran verdad! Detrás de modos “exhibicionistas” de oración - que son los míos - está el peligro de no respetar al otro. Hay sociedades religiosas donde la palabra intimidad no se valora, o se confunde: cuando uno fagocita al otro, creyendo en su voracidad que eso es amor, cuando uno coloca su vaso cubriendo la vela encendida, y piensa que tiene todo el derecho del mundo a saberlo todo del otro, a controlar su vida, a evitarle las resistencias: ¡ te he llevado a la oración!,¡rezo por ti!


Y la vela se apaga en el interior de ese vaso.


Hay bastante de histeria en esa fe. 


Las intimidades que cada persona guarda en lo más profundo de su modo de ser y pensar – y que no tenemos derecho a conocer – no tienen porqué hacerse públicas. 


Porque esas intimidades a ojos extraños son cursis, o estúpidas, o ridículas, o no se entienden. Son las razones, a veces sólo intuidas, de nuestros amores, de nuestras corazonadas, de muchas cosas que no acertamos siquiera a nombrar, y que se alimentan de afectos muy personales, o de miedos. ¡ De tantas cosas !


Y que sólo pertenecen a cada uno y a aquél a quien yo quiera compartir. Mi tía, la que falleció ayer con 99 años, monja de clausura capuchina. Entró en el convento en Calatayud con 21 años, y allí falleció.  Un día en toda su vida salió de la clausura , cuando fue al hospital a Zaragoza a despedirse de mi padre. Al salir , un sacerdote que estaba allí de visita , comentó " tengo la impresión de que aquí ha estado una santa en vida".


No lo sé, pienso. No hizo otra cosa en su larga vida que rezar. Nada más. Y nada menos.


Por allí va la fe de esta gente: para llegar a Dios hay tantos caminos como personas.


Dios sólo sabe contar hasta uno. 












6 comentarios:

  1. Excelente entrada. Ayer y hoy he rezado por tu tía y Manuela, también por ti pero menos.

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    1. Bien hecho!!! Regreso del entierro: 17 curas celebrando ...

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    1. En Calatayud, 17 son muchos. Y más sí no has salido de la clausura. Parece que todos le conocían

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  3. Muchos pensarán que ha sido una vida infrautilizada. Y otros dudamos porque si lo piensas friamente los que realmente perdemos casi todo el tiempo diario disponible en gilipolleces somos los que estamos fuera del convento.

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  4. Sí, realmente ella vivía en libertad, y la clausura está fuera

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