Siempre me han gustado las ruinas. No por un sentimiento morboso sino porque tengo la sensación de que las ruinas guardan el espíritu de quienes las habitaron, de que algo siempre queda flotando entre los restos de un edificio derruido.
Mi padre tuvo su rollo ruinas, y durante una temporada íbamos a pueblos abandonados en busca de antigüedades y cosas raras.
Después esa semilla creció en mi y muchas veces fui a visitar pueblos dejados de la mano de Dios.
De alguna manera creo en los fantasmas si se entienden como el producto del poder evocador de la memoria, como la materialización de un tiempo lejano que impregna los lugares en los que las personas amaron y murieron.
Cuando tenía 14 años estaba fascinado por el antiguo colegio del Salvador. Estaba en estado de abandono , aunque quedaban las paredes, las camas desvencijadas de los internos , de la comunidad de jesuitas , las aulas, pasillos inmensos, escaleras de ecos inquietantes , capillas y algunos objetos llenos de polvo y mugre.
Me gustaba aventurarme solo y soñar historias. Una tarde observé una sombra lejana. De miedo eché a correr enloquecido.
En El Poblado del Grado fuimos a pasar una noche a un pueblo abandonado a orillas del pantano. El pueblo se llamaba, y se llama , Puy de Cinca.
Al llegar hicimos una visita de inspección. Fue maravillosa. Los vecinos de Puy de Cinca vivían de la agricultura . Tenían sus calles, su plaza , su iglesia , lavadero , una tejería y unas quince casas. Sin embargo, con la construcción del embalse de El Grado, las tierras de cultivo comenzaron a inundarse. Los vecinos quedaron aislados, perdieron sus cosechas y su forma de ganarse la vida.
El pueblo se quedó vacío. Y, con el paso del tiempo, las viviendas comenzaron a deteriorarse.
Entramos en la iglesia. Un templo vacío y abandonado impresiona mucho. Una puerta nos llevó hasta el cementerio que, en ese caso, estaba pegado a la torre. La sorpresa que nos llevamos fue mayúscula.
Las tumbas habían sido profanadas. Estaban todas abiertas. Los despojos de sus cadáveres , bastantes aún reconocibles, se encontraban dispersados en el camposanto, asomados en su tumba, como en una película de zombis.
Así los encontramos. Dispersados aquí y allá, abandonados en su postura. Bastantes aún reconocibles en su condición mortal y cadavérica.
Dos me impresionaron mucho. Una niña de unos cinco o seis años , como abrazada a su féretro, con la cabeza apoyada en la tabla, y su vestido blanco con puntillas.
El segundo ha sido mi pesadilla durante años. Era un hombre dentro de su féretro, la tapa rota , astillada, y él en su interior , una calavera con cabellos aún, un traje negro de pana, la boina entre los brazos cruzados , y sobre la chaqueta y la camisa , que debió de ser blanca, le cruzaba una banda azul. Debía de ser un principal.
Y , fue lo que más me ... ¿sorprendió?...¿sobrecogió?....unos zapatos negros, enormes, con calcetines de lana blancos.
¡¡¡ Blancos!!!
Si alguna vez me entierran, por favor, nada de calcetines blancos.
También me gustan las fábricas abandonadas, las estaciones de ferrocarril por las que ya no pasan los trenes, los cines antiguos, los solares de las casas derruidas, las fuentes de piedra que han dejado de dar agua.
Tal vez sea una forma de mirarme en espejo.
El Barullo tiene de todo. Entradas que estás como una cabra . Y entradas Ferrero Rocher, que lo cojas como lo cojas , siempre toca lado bueno.
ResponderEliminarNo se puede estar estar de acuerdo conmigo en todo porque ni yo mismo me aclaro conmigo mismo. Yo soy ser que duda y que se contradice y que se llama gilipollas muchas veces, porque lo soy y tengo las mismas grandezas y miserias que tienen muchos de los lectores del Barullo . Exactamente las mismas.
EliminarLa única diferencia es que algunos las reconocemos, y otros no.
Cada ruina se puede ver como una esperanza, para narrar una historia, para el turismo...
ResponderEliminarMe gusta la comparación del Ferrero Rocher, lo que ya no me gusta tanto es la otra comparación que hace. No es justa, además de ser un pelín faltona. Que pase un buen día.
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarMe une más a la gente el humor que la tristeza pichatriste.Pero de lejos. De hecho los tiesos nunca me ha interesado un carajo. Me quedo con quien me río. Si nos reímos juntos y de lo mismo seremos amigos. Siempre. Al que te hace reír y te carga las pilas, mis bendiciones . Al triste que le den.
Bolturina, abandonado. Mediano abandonado y como dijimos aquí, en verano nadando en el pantano hasta meternos en la iglesia por el campanario que sobresalía en el agua. Lienas, al lado de Apies (Huesca), allí vimos el miedo.
ResponderEliminarLugares maravillosos. Historias difíciles de creer.
Eliminar¿Se puede ser rico y ser santo? Más bien parece un oxímoron.Si hay ruinas es que hubo algo de valor. Lo humilde desaparece al poco tiempo…qué se yo, así me vino y así lo escribo.
ResponderEliminarNo siempre donde hay ruinas hubo algo de valor.
EliminarRico y santo alguno habrá. Supongo.
Si es santo, o busca serlo, renuncia a la riqueza. Si ama la riqueza más q a nada, no hay santidad. Las dos simultáneamente se excluyen.
ResponderEliminar¡ Eso!
EliminarRecuerdo que una noche, en el poblado de Torrecity, un Suso de la época nos contó una historia aterradora con la que aún sueño. Teníamos 12 o 13 años. Nunca le encontré la gracia. Aquella zona tiene un algo espeluznante. Tozalitos y tozalitas
ResponderEliminarBueno, a mi esas historias de fuego de campamento, me gustaban. En los 80 no estaban los Tozalitos. Estaba El Tozal y allí se Iban de picos pardos los que se escapaban de noche. Yo prefería irme a la presa a lanzar neumáticos por la rampa de la presa. También al pueblo cercano a la puerta del cementerio a contar historias de miedo.
ResponderEliminarRecuerdo con mucho cariño en uno de esos veranos en el Poblado con 11 o 12 años una excursión a un pueblo abandonado y hacer noche a la intemperie con un fuego y contándonos historias de miedo. No sé si sería la misma que tu comentas pero recuerdo encontrar fotos y enseres varios en las casas abandonadas. Me reconectas con mi infancia Suso. Gracias!
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