viernes, 24 de marzo de 2023

COMIENDO CON EL ÚLTIMO SANTO.

Ayer me confesé. Se acerca la semana santa. 


El sacerdote es de una parroquia cercana. Una vez charlé con él y me pareció un hallazgo. Un hombre bueno, sin vanidad, sencillo, de esos que no se dan un pijo de importancia. Ni se adorna. Tiene cincuenta años. En aquella primera conversación me dejó desarmado. Y pensé " si me confieso con alguien será con éste caballero".


Me cité con él. La confesión fue en su despacho. A mitad de  mi declaración de pecadotes alguien  llamó a la puerta.


- Perdón- se asomó un ser humano  con cara de piadoso colaborador de la parroquia- ¿molesto?.


- No - contesté - estaba confesándome.


- Uy,    ya vengo más tarde...es por si usted tiene la llave del campanario - preguntó al párroco.


- No se preocupe - dije - son sólo pecados mortales.


El párroco ni se inmutó.


- Espera que terminamos, y ya te digo.


Sigo con mi confesión...y vuelven a interrumpir. Son dos operarios, van vestidos  de  monos de pintores.


- Perdón....venimos a ver lo del campanario. 


El sacerdote me mira. Mira a los pintores. Vuelve a mirarme. Se disculpa conmigo y se dirige a los operarios.


- Es que no sé dónde está la llave del campanario...vamos a llamar a la sacristana.


La sacristana  tiene la llave pero, ignoro la razón, no se la puede dar, y en ese momento está en su casa. Hasta la tarde no hay nada que hacer.


Se van.


Termino mi confesión. El buen cura comienza a  darme consejos y a reconfortarme. Vuelven a llamar. Es otra vez  el piadoso colaborador, No da crédito y debe de pensar  "qué pecados debo de tener este tío , si hace media hora que ya estaba aquí". Pone cara de " ¡joder cuanto pecado mortal !


El párroco me mira:


- ¿Le importa que atienda este asunto?...serán sólo unos minutos.


Me quedo solo en el despacho. Está  petado de imágenes de santos , vírgenes, crucifijos, calendarios religiosos, hojas parroquiales de illo témpore, de fotos del Papa, del Obispo. Todo desprendía un aire a fin de época, a cosa viejuna y polvorienta,  galdosiana y  oscura. Una estancia que se intuye que está habitada por fantasmas que pasean por los abandonados pasillos que ayer lucían otras luces. 


  Regresa el clérigo.


Y , por fin, terminamos la celebración del sacramento. 


- Oiga, una pregunta...¿usted no tiene llaves de la iglesia, del campanario, no sé, esas cosas.


- Es que cuando llegué aquí la sacristana se encargaba de todo, y así sigue la cosa.


- Pero, hombre, hay algo que aprendí hace muchos años, y es que el que tiene las llaves tiene el poder. 


- No lo había pensado. 


En fin, no soy quién para organizar la vida de nadie. 


Después le invité a comer . 


Comer con un sacerdote tiene algo de singularidad,  de excepción. Sobre todo si va con la matrícula. Debo de admitir que compartir mesa con un cura convencido ,  que llama "hermano"  al camarero, da un empaque y un significado que infunde cierto respeto  y ánimo en estos tiempos de buen rollo, de la paridad, del movimiento LGTBI y de ateísmo institucional .


Un valor así , enfrentado a la moda actual,  no está en manos de cualquiera. Requiere una una exaltada pasión por nadar contra corriente. 


A este cura , que es una vocación tardía, por lo que hablamos comiendo, todo esto le importa una higa. Asume su condición con naturalidad y dignidad, tratando de armonizar su condición a un mundo refractario a esa vocación.


En el restaurante los comensales  miraban con cara desconcertada - bendecimos la mesa y  nos santiguamos antes de comenzar a comer- y pensaba que en esas demostraciones de fe , observadas con la distancia del tiempo,  podían encontrar la  mirada nostálgica de aquellos otros que bautizaron a sus padres y abuelos. 


Estaba comiendo con uno de los últimos santos de un mundo que se apaga.




4 comentarios:

  1. Sí, la Iglesia está muy mal. Y lo digo con conocimiento de causa, a mi edad (abuelo por cuatro costados) uno ve que ya no es lo que era.
    Ahora bien, eso mismo decía mi abuela. Creo recordar que ella decía lo mismo de la suya. Y supongo que así hasta llegar a los primeros cristianos. Uno siente bueno sólo lo que mamó; literal y figurado. ¿Cuándo se jodió el invento? Qui lo sa…

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  2. Tienes razón...esto lleva así muchos años, muchísimos, y no pasa nada. Así que , a seguir, y a ver qué pasa. Desde luego, divertido es un rato.

    Gracia por compartir. Y si eres de sant Cugat, una cerverza a mi salud.

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  3. No, no soy de San Cucufate, pero me tomo la birra a tu salud: com bó catalá! Un abrazo.

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