A la figura de mi padre le doy muchas vueltas. Os recomiendo que intentéis hacer lo mismo . Mi padre era un entusiasta de la vida , sus tareas, y sus cosas. Tardé en exprimir el jugo de de ese hombre , que era un sabio.
Hay algo que con los años reconozco en mi, como un espejo de entonces. Mejor, como la cosecha que se sembró y ahora recojo. Y es el asombro por la vida que aún se apodera de mi cuando contemplo la naturaleza, la tierra, el mar, las personas individuales, el amor, la abnegación o, sencillamente, unas flores.
El sentido del asombro que en mi padre era maravilloso, lo transmitía en mi sensibilidad de niño, a través del entusiasmo. Era frecuente que parase ante un paisaje, un prado lleno de senderuelas, un pajarillo posado en un árbol, un detalle del camino, o un algo que le llamaba la atención, y exclamaba " ¡ mira, qué hermoso!"
Me transmitía eso que me llevó después a descubrir el mundo. Aunque a uno lo que le interesaba era la aventura de vivir, más que su contemplación. Pero esa manera de ser de mi padre le dio a mi alma su motivación interna, su estimulación temprana natural. Me acompañó proporcionándome un entorno feliz y amable para que hiciera después por mí mismo mis descubrimientos.
Educar en el asombro es incompatible con la hipereducación. Mi padre no era nada protector, no tenía esa obsesión, tan frecuente hoy, por adelantar las etapas de los críos para que sea un niño súperfeliz cojonudo de la muerte. Yo creo que hasta le importaba una mierda si uno era feliz o no. No era ese su propósito.
Muchas veces, pensando en ese hombre, me digo " ¿ cómo pude echar a ese hombre de mi infancia y de mi adolescencia?
Y hoy, ahora, le doy las gracias. Me gustaría volver a estar con él y decírselo.
Sí claro, el corredor de la muerte también está lleno de arrepentidos.
ResponderEliminarTambién lleno de frustrados que sólo les queda intentar joder a los demás. Más fracasados!
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