lunes, 6 de marzo de 2023

UNA HISTORIA DESOPILANTE.

Como sabéis, sigo con pasión todo el asunto de la trama que llaman "El Mediador·. Me parece algo muy interesante ver la corrupción, la vanidad,  la lujuria, las adicciones desatadas, la debilidad, la cobardía, en fin , todo lo que ya sabemos, que es más viejo que el mundo, pero que tiene su qué.


Lo que me parece maravilloso es como comienza todo. Fue por una mujer. ¡Siempre las mujeres!, para bien o para mal. En la Biblia ya  queda muy claro cómo son: Judith, Esther, Rut...


El director general de deportes del cabildo de Tenerife compartía una tarjeta monedero con el Mediador. Parece que tenía algún trapicheo entre ellos . La mujer de este politiquillo le encuentra la tarjeta  y ve unos movimientos sospechosos. Parece, que el mediador la usaba para sus juergas en Madrid. La mujer se enfada y le exige que le diga de donde viene esa tarjeta y quién la usa.


El marido contesta como el gitano que roba el cerdo y le pilla guardia civil  " ¡uy, que bisho tan raro se ma subío!"...y dice que no sabe nada. Así que ella  le obliga a ir denunciar el uso fraudulento de la tarjeta.


La policía llama al mediador, y le dice que hay una denuncia contra él. El mediador se entera que la demanda es de su socio,  y le llama. Y el otro le dice " es que mi mujer, es que no sabes cómo se ha puesto, es que o hago esto, o  mi mujer se separa.". Y el mediador le dice:


- ¿Tú sabes la que has liado?


Y allí comienza el baile.


Al conocer esta historia me vine a recordar una muy buena  , que también tiene que ver con el poder de una mujer.


Ya conté como en el cruce de caminos biográfico fiché por una empresa de Catering  , y como me veía absolutamente negado y parvo para trabajar en un mundo del que lo desconocía todo.


En ese primer año sucedió el asunto, que ya conté,  de ganar el concurso de los cuarteles de la zona Noroeste. Poco  después, la Providencia, de la que no tengo ninguna duda de  su cuidado sobre nosotros, vino a sorprenderme con  otro golpe de suerte.  Una mañana me crucé con una madre del colegio  Peñalba. La verdad es que era una persona que había tenido a su hijo en el colegio hacía años y que nos caíamos muy bien. Siempre que coincidíamos parábamos y le dábamos a la hebra.


Una vez leí que si caminas   en la dirección correcta te vas a encontrar con la persona correcta. Pues eso sucedió aquella mañana.


Se llamaba Clara. Me preguntó que a qué me dedicaba  ( sabía que había dejado la enseñanza). Le  conté , Catering , comedores de colegios, hospitales, residencias.


- Gasto suelas de zapatos...¿y  tú, qué tal?


- Muy agobiada. Se casa mi hijo dentro de tres meses, y no sabes qué lío.


- Es una buena noticia.


- Sí que lo es, pero es que mi consuegro es el Jefe del Estado Mayor de Ejercito de Tierra y, claro, puedes imaginarte.


Si estuviésemos en unos dibujos animados , en ese momento se superpondría sobre mi rostro la caricatura del gato Silvestre salivando, y la señora se convertiría en un Piolín inocente balanceándose en el el columpio de su jaula.


- ¿Tu suegro es el Jefe del Estado Mayor de este país?


- Ahá.


- ¡Caramba!, daría cualquier cosa por poder tener una cita con él y  presentarle mi empresa. Sería un puntazo y, además, delante de mis jefes quedaría...


- Espera, que le llamo.


Y  Clara coge el teléfono:


- ¡Hola!, ¿ cómo estás? Mira , estoy en Valladolid con un muy buen amigo y me estaba contando que  está comenzando a trabajar en una empresa, y me dice que le encantaría podértela presentar y...


Tapa el teléfono con la mano.


- ¿De qué es tu empresa?


- Catering.


- Es de Catering....toma. me dice, dice que te pongas.


No hice el servicio militar. Yo no sabía cómo se trata  al Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra...¿puto amo?  , ¿ alteza?, ¿ majestad?...pero había visto la película "Algunos hombres buenos".


- Sí, señor, sí, señor, entiendo, señor, de acuerdo, señor. Sí, señor.


Quedamos que llamase a su secretario personal y agendásemos la cita.


No me lo podía creer. 


Llamé al secretario, una especie de oficial, muy atildado, muy mono, con aires de portero del Palace, pero vestido de caqui y botones de presentador de Circo  . Concertamos cita. Llamé a Urelles, mi jefe. El tío se chutaba con gominolas sólo de verse en esa entrevista.  Quedé como si el Garrapinillos Fútbol Club se clasifica para jugar en la Champions. 


La visita fue un poco chungilla. Ni nuestra empresa daba para marcar folio más de diez minutos, ni el General estaba para chungadas. Él había quedado bien con la suegra - supongo que la conocía poco y que a partir de ese día filtraría las llamadas de ella- , y nos mandó a boxes rápidamente


Había que ver la cara de paletos de mi jefe y yo entrando en ese Palacio,  recorriendo esos pasillos, mirando los salones, diciendo " ¡joder, qué chulo, tío, usti tú, que macu!"




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