Nunca he revelado estas ideas de modo tan palmario, pero la edad , y la jubilación, la lejanía de mi retiro de las cosas del ayer , y mi experiencia de la vida, que no creo sea universal, pero casi, me anima a divulgarlas.
Aquí me refiero a una institución, es la que conozco, prácticamente hablo de historias que he vivido de cerca - me incluyo a mi, para bien, y para mal. Pero pienso que se puede trasladar a otros ámbitos y gremios.
Y porque es divertido.
La mayoría de la gente que conozco alberga la idea de que los que pertenecen al opus dei, me refiero fundamentalmente a la condición de numerarios, que son almas entregadas a Dios en celibato apostólico - esto hoy suena a chino, pero básicamente es gente que hace compromiso de no casarse , por amor de Dios y servicio a las almas - están dotadas de un sólido bagaje humanístico, cultural, espiritual, y que son gente , además , del mundo. Trabajan en profesiones de todo tipo que se supone les da un carácter que los sacerdotes y religiosos carecen. Son laicos.
Bueno, pues sí en bastantes , y no en bastantes.
Me duele rebatirlo, pero debo de aceptar que en esos veintisiete años que estuve en activo en esa condición escaseaban de verdad los que sabían de qué iba el paño de la vida ordinaria. Muchos tocaban de oído y desafinado. Los más talentosos de ellos con los que viví, algunos auténticos números unos en lo suyo, resultaban en el trato personal y en la convivencia personas infantilizadas, pelín neuróticas, o por tímidas, o por raras, o por sosas, o por superficiales.
Tengo para mi que bastantes de ellos tenían " oficio" en sus cosas. Eran muy buenos en lo suyo. También como personas y compañeros. Pero no se coscaban de nada de lo que son las relaciones familiares, los hijos, las hijas, los cuñados, las cuñadas, los suegros , las condiciones de ser de verdad del mundo, sus hipotecas, sus mentiras, sus cobardías, sus intereses, sus trampas. También sobre qué es una mujer.
Podría poner muchísimos ejemplos. El hombre más rico con el que he compartido años de mi vida era la cosa más inútil que he visto en cuanto " ser del mundo". No era tonto. Como magnífico empresario no se le escapaba una, pero fuera de su oficio, nada. Un cero. Toda su familia vivía de él y de sus empresas. La sobrina, que era mala, pero mala mala mala, sabía que el tío era muy piadoso y muy raro en cosa de mujeres. Y cada mes iba al despacho con cara de compresa y le musitaba dolorosa " tío, tengo el período". Ojo con la señora. No decía "la regla", o " me ha venido a ver la prima la del pueblo". No. Decía " el "periodo" porque sabía que esa palabra a su tío le ponía los pelos de punta, incluso los de los brazos.
- Mi tío se ponía colorado colorado y, sin dejarme terminar, me decía " vete a a casa, anda, descansa".
La anécdota la contaba ella a quien quisiera escucharla.
Me diréis que era una excepción. Pues no. Podría contar más de aquí y allá.
Una vez conté, en broma, que me había aguantado un estornudo en una ceremonia que presidía - era subdirector del colegio entonces- , y que por tensar el vientre se me salió el cordón umbilical medio metro para afuera de la tripa, y tuve que ir a urgencias.
Todos rieron la boutade, pero uno me corrigió a solas diciendo que "siempre cuentas cosas casi pornográficas".
¿ Qué entendería ese hombre que era el cordón umbilical? Era gerente de una empresa de trescientas almas.
En bastantes , su mirada sobre los aspectos más complejos de lo doméstico se resumía en un prototipo que uno ha escuchado cientos de veces, su formación una especie de simulador de vuelo de las cosas de la vida, pero que después , ya en directo, en el aire, dejaba mucho que desear.
Me contó una vez uno , era un arquitecto de obras que se reseñan a nivel nacional, que una vez le enviaron a tener una entrevista con un sacerdote para que le abriera los ojos en materia "sesual" ( ya que un señor omita la x en sesual me parece muy sospechoso).
- Lo hicieron porque yo es que no me enteraba mucho de esas cosas.
Y, poniendo cara de niño que han sentado en la mesa de los mayores, y moviendo la mano a dedos sueltos, exclamó:
- ¡Me contó cada guarradaaaaaa!
No era sólo un asunto de sexo. Era todo. El hombre trabajaba con un equipo donde sólo había hombres. Lo pilla la Montero y se lo cepilla con la paridad. La PAM se lo come.
Por poco que uno escarbe en el envoltorio de celofán de estos personajes, enseguida acaba descubriendo el molde. Muchos prefieren dar la callada por respuesta. Porque saben que no saben.
Las causas de esta trivialidad son muchas, pero hay una que me parece fundamental. Estoy convencido que esa relación tan estrecha de estas personas con los criterios escritos, los vademécums, los catecismos, donde todo viene ya triturado pensado, donde sólo hay que obedecer, afecta seriamente a la madurez del pensamiento sobre el mundo real.
Viven dos "oficios": uno exterior, que dominan, otro interior, que también dominan. Pero uno y otro no se cruzan nunca.
De todas formas, también he conocido personas que sí, que tocan de corazón, que saben, que se mojan y toman partido, que están.
Que están.
Pero eso, mañana.
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