YO Y MI PECHO SOMOS UNO ( Y FIN)

Nos quedamos en que fue nombrado subdirector del colegio. Un movimiento muy extraño, pero este tipo de gente tiene la rara habilidad de saltar del tren cuando está apunto de descarrilar, de escapar de la extinción de la  tribu amazónica antes de que perezca el último.  

Uno de los anteriores directivos, era el secretario/administrador ,  no fue despedido, sino relegado  a funciones de simple profe , algo así como pasar de capitán de barco a grumete. Eso duele. Fomento decía que no tenía constancia de su nombramiento como secretario, así que se evitó indemnizarlo.

Y el hombre llevó a los tribunales a la institución reclamando sus derechos. 

Porque la verdad es que, es  posible que no hubiese nombramiento formal, pero lo cierto es que llevaba ejerciendo de secretario casi dos décadas. ¡ Joder, una morterada de años! Todos lo conocíamos como tal.

Fomento mandó un abogado al juicio. Y pidió a nuestro amigo, el trepilla, que declarase a favor dela institución

No os perdáis , que viene un paréntesis importante.

Los  dos, ex secretario y el nuevo subdirector, el trepa,  eran íntimos amigos. Durante años habían viajado juntos a cursar la carrera a Tarragona. Rezaban el rosario en los largos trayectos. Compartían días de gozo con sus respectivas mujeres. Asistían, ¡ojo! al día de las familias en Torreciudad. En fin, ¿ qué puedo añadir?

Regreso al día del juicio.

El abogado de Fomento le dijo al bruxista recalcitrante:

- Es  muy importante que digas que no conoces a ese hombre como secretario. Te lo van a preguntar. Tú di que no te consta que fuese secretario del colegio. ¿Ok?

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Aquella mañana, por esas cosas que tiene la vida, fui a visitar a nuestro protagonista a su despacho. Al entrar, para mi sorpresa, vi que lloraba desconsolado.

- ¿ Qué te sucede?, ¿ puedo hacer algo por ti?

- Es que...es que...¡se ha liado todo!, ¡ todo!....

- ¿Pero qué te ha pasado?

En el juicio, había sido aquella mañana, efectivamente, le preguntó el abogado de la otra parte:

- ¿ Conoce usted a este hombre?- y señala al despedido.

- No.

Y entonces se levanta el que había sido su amigo y grita " ¡ ustié!, ¿ que no me conoces? ( en catalán).

- Quiero decir como secretario del colegio...

A  la salida la escena entre los dos examigos debió de ser de aúpa. Creo, estoy convencido, que el protagonista de estas dos últimas entradas  hizo allí el tránsito de la infancia rural en la que se desenvolvía, a la condición adulta, perdiendo  ese año las creencias mágicas, que dan mucho gustirrinín. Ahora sabía a qué sabía la traición a uno mismo, y ya nada sería igual.

La vida siguió. El despedido puso durante un tiempo un icono griego de un Cristo en la mesa de su despacho con un alfa y un omega, que le recordase que un día volvería a ser quien fue. La vida es cíclica.

Y nuestro amigo siguió ascendiendo, y ascendiendo, clavó piolets en más espaldas , se dejó las uñas en la cara norte de Fomento , llegó a la cima , se puso en jarras, y exclamó : ¿y ahora qué? Pasó del " ¡ hola, holita!" de sus años mozos, a pasear la aleta dorsal por las playas de los colegios de Fomento.

Termino como comencé:  Una de las actitudes más fascinantes, al menos para mi, es ver  las cosas más ridículas en personas  en las que  la fachada exterior era siempre de tipos seguros de sí mismos, echados palante, sin escrúpulos, en plan " yo y mi pecho somos uno"   y en el interior comprobar que estaban , como todos, llenos de  miserias humanas. 

¡ Ains, qué pena!