Voy a soltar una teoría.
Hay personas que , aunque alguien les ha cogido las dos patitas de delante , las ha colocado arriba, y le han enseñado a andar con las dos extremidades traseras, siguen siendo unos cuadrúpedos implumes. Y allí ponga usted el cerdo, la oveja, el perro, o la vaca.
Hace unos días comía con un amigo en un restaurante. A nuestro lado , un grupo de seres mugían a gritos, se carcajeaban - las palabras serían " se descojonaban a mandíbula batiente", expeliendo elementos masticables al viento imperio, dando golpes en la mesa en cada alarido ,y tocándose los güevos al reírse.
Nos fuimos.
La comunicación es lo que diferencia a las personas de los animales. In illo témpore, cuando lo de Adán y Eva, los hombres se comunicaban con alaridos, gruñidos, refunfuños.
Exactamente como los animales.
Uno decía " ¡ ula! ", y eso podía querer decir " ¡ buenos días!", o : "¡mecagüen tu puta madre!". Dependía del tono de la voz, el gesto. En fin, que esa manera de hablar antigua y paleolítica daba lugar a malos entendidos.
Ibas a casa de un amigo y decías a su madre " ¿ está Gurrú?
- Gurrú será tu madre, cabrón- contestaba la madre muy fadada.
- No, Gurrú su hijo.
El lenguaje del gruñido era muy confuso. Llegó un momento que nadie se aclaraba:
- Gurrú.
- In aeternum.
Y así no había manera.
Han trascurrido siglos, han evolucionado las lenguas, han cambiado los territorios , se han transformado las sociedades, progresamos...pero aún hay entre nosotros seres que son bestias que gruñen, que balan, que relinchan, que hozan, que ladran, que mugen.
En una de las empresas que trabajé los propietarios eran dos hermanos. Poli bueno, poli malo. Al bueno le gustaba comer bien, muy bien. Y era un espectáculo verle zampar caracoles, le pirraban. Traían la comanda ( eran cargols a la llauna) y al hombre ya se le hinchaban los carrillos, y salivaba como un camélido. Se colocaba la servilleta, cogía un palillo, bajaba la cabeza hasta casi introducirla en el plato, y venga, dale que te pego.
Yo, que en mi vida había comido un caracol pasé más hambre que pulga en perro de goma. Y el tío con su palito, pim pam, pim pam, pim pam. Parecía el dragón de Juego de tronos.
El otro hermano era del género gruñón tipo Neandertal. Llamabas a su puerta ( siempre estaba cerrada, dicen que se ponía ciego a ver el Marca) y oías
- ¡Grrrrr!
Entrabas ( por que "grrrr significaba " ¡ adelante!")
- Querría hablar contigo de esa gestión que quedamos...
- ¡¡¡ Grrrrrrr!!!
- No sé ti acuerdas que me dijiste...
- ¡¡¡ Grrrrrrr!!!
- Bueno, ya si eso, vengo más tarde.
- ¡¡¡Grrrrr!!!
No siempre hablaba a gruñidos, conste. Era los días que estaba de buen humor y amable.
Serían lo que fuesen estos dos hermanos, pero piadosos eran un rato largo.
En eso del comer me parece que hemos evolucionado poco. En Serunión los jefes eran de una voracidad cromañónica. Antes de las comidas se les veía atildados, limpines , muy chachis pero, joder, era sentarse a la mesa , y parecían el Maestro Yoda hablando. Casi ni respiraban entre plato y plato ¡ No les daba tiempo a respirar!
- ¡La Fuerza muy presente en ti estar!, ñam, ñam , ñam.
A partir de cierta edad , en esos mundos, no hables de mujeres...lo que realmente les excita es la comida. La gula porcina.
Es después. como bien nos enseñó el Tito Berni, que se van de putas. Pero primero, comer como cerdos.
Casualidades de la vida (o, simple y llanamente, sincronía): Esta mañana paseaba tranquilamente, disfrutando de la calma de un benigno domingo primaveral, cuando de repente me topo con uno de los dos hermanos que citas (creo que es el que se zampaba el Marca en horario de oficina). Me ha llamado la atención porque se le veía muy espitado, alterado, con la mirada alienada y andares espasmódicos... es más, diríase que de la cabeza le salían chispas, como si llevara un cortocircuito muy principal. En definitiva, se veía claro que algo le había desasosegado. Más tarde he llegado a casa y me he pasado por tu blog. Leo la entrada de hoy y lo entiendo todo (me hago cargo de su disgusto y/o contrariedad). Veo, en los comentarios de ayer, la insinuación sobre sus bodas b (así como la analogía con F. Millet) y aún lo entiendo todo más y mejor. Menudo cabreo lleva el Urelles.
ResponderEliminarA ver... yo pienso que este hombre está enfermo mucho antes de conocerme...y esa enfermedad va con él donde quiera que vaya... para bien, y para mal.
ResponderEliminarVives en Sant Cugat, plinton