Este Barullo pretende ser un mapa vocacional alumbrado por la experiencia , como las cosas que se entierran para dar pistas de una biografía, la mía. La mía en el extravío. La mía obsesiva. La mía sincera. La mía mentirosa y neurótica. Cobarde y temeraria. Misógina y feminista. Atea, creyente, fría y cálida como un corazón de lana.
Y la que desee, el que quiera, puede consultar para vadear las ansiedades, los desalientos, los bloqueos mentales que en su vida pueda haber. Aquí hay tremendos zurriagazos de amargura y frustración , de resentimiento . Y también mucha alegría. Y mucho ego que hay que proteger de su vanidad, de la pereza, del cansancio, o de las ganas de vivir, aún, cosas nuevas.
Una vez , hace años, fui a confesarme anónimo y a deshoras. Resultó que el sacerdote, estaba detrás de la rejilla, me dijo si no me importaba que charlásemos fuera del confesionario.
Paseamos. Era don Carlos Cardona, un hombre íntegro, cabal, de muy buena cabeza, aunque le superaba el corazón. Además, un poeta. Me vio tan desorientado, tan perdido, a la deriva, que quiso charlar y conocerme. Supongo que vio que la avería era importante. Me dijo:
- Cuando te pierdas, vuelve al principio.
- ¿Y cuál es el principio?
- Los Evangelios. Vuelve allí.
¿Por qué recuerdo a este hombre ahora?
Es hora de volver al principio.
Que foto más bonita :-)
ResponderEliminarMuy buen consejo.
ResponderEliminarMe llama la atención que cuentas con frecuencia que te confiesas, y es porque yo no siento nunca la necesidad de confesión. Y no es porque no me arrepienta de nada, tengo una lista interminable de cosas de las que me avergüenzo, sino porque ante un cura no sabría que decir. Podría contarlas a un Psicologo; supongo que solo es falta de Fe.
Pero volver a los Evangelios me ha gustado.
Todos tenemos nuestros tiempos...yo me siento o paseo hablando con el sacerdote y huyo de listados concretos y absurdos
ResponderEliminarLo que yo aprendí del catolicismo en el colegio religioso, años 55-65, es que la confesión era un recuento de pecados mortales y veniales, (examen de conciencia), de los que había que estar arrepentidos, decírselos al confesor, propósito de enmienda y cumplir la penitencia. Y ahí me quedé, porque en el Opus Dei no me enseñaron otra cosa.
ResponderEliminarHacía algo más al convertirla en norma semanal, convenientemente con el mismo sacerdote, que acostumbraba a recordarte su cumplimiento, y en algunos, con problemas de asuntos de fueros.
ResponderEliminarEn fin, algún problema que aún colea por allí
Alguna idea de por qué devolvieron a Carlos Cardona a Barcelona tras haber ocupado un alto cargo en Roma?
ResponderEliminarEstaba muy enfermo. Era una persona de una elegancia interior y exterior maravillosa. Un poeta. Sufrió lo suyo en silencio. La salida de su hermano de la obra debíó de ser muy dolorosa para él.
ResponderEliminarUn gigante.