La tradición es la memoria de la Historia. Olvidar eso es peligroso. Pero hay que tener cuidado de no vivir en una tradición "en conserva".
Acabé harto de vivir con conservadores, en el sentido de personas que viven "en conserva". Esas que han desarrollado su vida basada en virtudes "en salazón, y especias ".
Se trata de manipular el alma de lo que llamamos vida . Se busca evitar o ralentizar su deterioro . Estas personas procuran retrasar el crecimiento del pasto natural, levaduras, hongos y otros microorganismos del espíritu retrasando la oxidación de las grasas que provocan ser rancios. Y lo hacen con artificios.
Se impregnan de azúcar o vinagre ( hay virtudes dulzonas o agrias ), se esteriliza para matar cualquier germen, y se enlata para aislarse del mundo y evitar la contaminación.
¡Ay , la de veces que he presenciado esas personas agrias hasta el pepino!
Por cierto, un paréntesis, recuerdo uno de esos, vivía aprisionado en horarios carcelarios, salía muy poco del centro que, en una comida de empresa, hablando de colegios donde habían estudiado, una compañera de trabajo, que debía conocer el percal de nuestro amigo, le comentó:
- Yo estudié en las Adoratrices del Santo Miembro.
Y le coló la broma al tío. Eso es frecuente que suceda a este tipo de seres " amilbarados en conserva".
Abundan en muchas espiritualidades, partidos políticos, sectas. Viven en peceras incontaminadas, bañados en aditivos químicos.
Hoy está en su versión " violencia moralista". Esa que nos obliga a cumplir unas leyes, pero por nuestra salud. Por ejemplo, " sólo podrás comprar un coche eléctrico dentro de unos años", pero es por tu bien".
Yo lo que noto cada vez más es que lo que tengo que hacer es lo que no he hecho. El mundo en general piensa lo contrario. La prueba es que hay escuelas de arte , y también de esa gilipollez que abraza lo que que llaman "coaching" , y yo creo que el arte no se puede enseñar - lo mismo pienso hoy de la dirección espiritual, o el acompañamiento, como se llama ahora, de lo que quieras acompañar. Del arte, de la santidad, o de las cosas del espíritu, se puede enseñar poquísimo, cosas elementales que no tienen ninguna importancia.
Todo lo que uno no descubra por sí mismo, no le vale para nada, sino para hacer la obra que ya estaba hecha, la que habían hecho los que descubrieron aquello. Uno sabe lo que es el dolor cuando sufre, conoce el amor cuando lo goza, y sabe a qué huele la envidia cuando la padece.
Es algo que hay que hacer desde nosotros, desde el presente, que no tiene dimensión, pero que tiene lugar, y eso es uno de los grandes misterios. Desde ese punto, toda la visión tiene que ser hacia delante, no puede ser hacia atrás: hay que hacer lo que no se sabe hacer.
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Ayer, regresando de siete maravillosos días recorriendo a pie la Vía Verde de Ojos Negros - ¡ una aventura!- comimos en un pueblo de Tierra de Campos, ya perdonaréis no conozca su nombre, allí todo es " de Campos". Después de comer unos callos - ¡ Dios mío , qué callos!- hice llamar a la cocinera , besé sus manos, y le dije que Dios estaba en ellas. Le di las gracias.
La señora, vieja, arrugada como esas casas de adobe de aquellos pueblos , con una mirada sorprendida y avergonzada por lo que acababa de oír, me dio las gracias.
Y sí, estoy convencido de que Dios está en las manos de muchas mujeres.
Es bonito procurar una pequeña alegría a alguien alabando su labor.
ResponderEliminarY está bien el consejo de hacer lo que no se sabe hacer; para lo que hay que dejar atrás todos los esquemas mentales rígidos que nos paralizan.
Así es!!!
ResponderEliminarEn tu entrada de ayer hablas de don Carlos C. y de su sabio consejo: volver al principio... volver a los Evangelios. Me gustó mucho. No sé si conociste a su hermano Juan, persona con la cabeza muy bien amueblada. De Juan conservo un libro muy subrayado, muy trabajado: "Los miedos el hombre. Reflexiones de un psiquiatra". El libro es una joya (al menos para mí).
ResponderEliminarLo conozco , el libro, y leí varias cosas de él.
ResponderEliminarMe gustó mucho