Cuando llegué desterrado al colegio Terraferma , en Lérida, la primera persona que conocí fue a la señora María. Era la recepcionista. En realidad , lo era todo allí, aunque nadie lo diría.
Una vez alguien me dijo que " el que tiene las llaves, tiene el poder". Por supuesto, el hombre llevaba una especie de argolla con un manojo de llaves colgando. Es un clásico en muchos sitios, el notas que se pasea con las llaves tintineando, pero no toca hablar de eso.
En realidad, la que tiene el poder es la recepcionista. En el caso de la señora María lo sabía todo de todos. Pero era mujer discretísima. Solvente. Ordenada. Meticulosa. Silenciosa Afable. Buena. Sobre todo buena. Era una persona de una mirada dulce, de una paciencia infinita. Con una sonrisa permanente.
Soltera y, estoy convencido, orgullosa de su soltería. La conocí mayor, aunque es de estas mujeres que no intuyes la edad. Siempre vestía del mismo modo. No creo fuese un uniforme. Ella vestía así, como de gris, con una chaqueta de punto y una falda gris. A veces me recordaba esas muñecas de ventrílocuo, sonriente, con los ojos cristalinos muy abiertos, la sonrisa permanentemente expuesta, pasase lo que pasase.
También pienso que era de esas personas que nunca rompió la gracia bautismal. Y no bromeo. La imagino una vida intensa, pero interior. Porque esa mujer era invisible para todos.
Una tarde, ya lo escribí, un padre vino a una tutoría y me dijo " vengo del Tito's y me he dicho ¡ voy a conocer al profesor nuevo del chaval. No para de hablar de usted".
Yo acababa de llegar , así que al despedirme del padre fui a la señora María y le pregunté que era eso del Tito's....se puso colorada, roja, bermellón, carmesí, y contestó que no sabía.
Si se escribiese una novela negra sobre un asesinato en Terraferma, ella sería la asesina perfecta. ¿Quién podría sospechar de esa mujer?
Su puesto en la entrada del colegio le permitía una visión de atalaya. Atendía las llamadas, concertaba las preceptorías, cuidaba los niños que estaban enfermos y esperaban a que viniesen los padres a buscarlos, recogía los partes de incidencias, controlaba las dietas ...tenía una información del colegio en todos los aspectos.
No se le escapaba ningún asunto. Nos conocía a todos mejor que nadie. A todos es " a todos". Y nunca dijo nada. Nunca una mala cara. Nunca un enfado. Nunca un mal gesto.
No muchas, pero sí algunas veces, me he acordado de esa mujer. Me quería bien. No me entendía, o quizás sí, pero conmigo fue muy buena.
Y , a veces, la recuerdo, y me sabe mal no haberme despedido de ella al marchar de allí, como siempre, como los gatos.
Mi homenaje, mi reconocimiento. A sus pies, señora María.
Me dicen que falleció la señora María. Descanse en paz. Mi corazón te guarda. Conmigo vas.
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