Me chifla cuando voy a casa de mi madre ojear los álbumes de fotos. Ver poco a poco y detenidamente todos esos paisajes humanos que fui, que fuimos, y los cambios que tuvimos. Siendo los mismos, fuimos muchos.
Esas fotografías , las historias que ocultan, las distintas fases que muestran, los lugares que habitamos, las vacaciones que disfrutamos, los coches que nos llevaron , no sabemos cómo, las alegrías de momentos que celebramos, las inseguridades de rostros que se estaban haciendo, en fin, el río de las cosas de la vida enamorada.
A veces pienso que todas esas instantáneas constituyen el escenario donde actúan los fantasmas de lo que fuimos en unos momentos de nuestra vida. ¿ Soy yo ese crío, o soy el que fue pero no terminó de hacerse y derivó en otro, peor y distinto? Ese papel subterráneo del ayer de mi infancia siempre ha estado lleno de espectros , unos se abortaron, otros no llegaron a definirse, otro está aquí, ahora.
El miedo , la ansiedad, la gloria , el fracaso, el triunfo, la fama y la vanidad, todas las especies del bien y del mal posibles que invaden el corazón de ese niño se reflejan en los espejos de hoy. Dentro de esas estampas del viejo álbum duermen los ropajes de las figuras que no fueron representadas.
Allí dentro están muy bien en su celofán los fantasmas sonrientes de un Susín con su madre, que se soñaba un hombretón muy diferente al que soy, de un Susín visitando los Reyes Magos, cuando uno creía en estrellas y belenes. Allí está un Suso adolescente , enamoradizo y tímido. Y también un Suso vanidoso y chuleta, que ocultaba sus miedos y su doble vida...¡tantos Susos!
Todos esos ropajes pugnan por salir del álbum y y subir al escenario de la vida para representar un papel que no fue. Ni será.
Hay una foto de los tiernos desvanes de la memoria que me gusta mucho. Hoy es día de la Eucaristía. Soy yo el día de primera Comunión. Guapetón entre mis padres. Miro a la cámara , expectante y asombrado. Ese día creía con todas mis fuerzas en que iba a recibir a Jesús. Estaba convencido y recuerdo a mi padre recitándome al oído " Alma de Cristo santifícame, Cuerpo de Cristo, sálvame..." y yo repetía esas jaculatorias con toda mi fe desatada.
Joder, parecía una eternidad el tiempo que quedaba, pero pasa muy rápido. Y hoy soy más desconfiado, más escéptico , con muchas cortezas en mi fe, con el alma sucia, muy lejos de esa mirada, de esa pureza , de esa ingenuidad.
Hoy comulgaré y, lo sé, ni de coña estaré a la altura de aquel Susín.
Puede que sea tarde para hacerlo bien, pero no lo es para rendirse.
Nunca es tarde para hacer bien las cosas aunque el mundo diga lo contrario. Lo que más rabia da a tus enemigos es que cambies, y que no tengan razones para seguir odiando aquello que odian, y que sin proponérselo desean odiar; y todos podemos cometer el error de ser enemigos de alguien, incluso sin percatarnos. Nunca es tarde para hacer las cosas bien; pero hacer las cosas bien es mucho más sencillo que lo que podría sermonear cualquier ser humano; mucho más sencillo incluso que lo que nos sermoneamos a nosotros mismos. Dale recuerdos de mi parte cuando comulgues, dile que cuando pueda, me lo volveré a comer.
ResponderEliminarPARACAIDISTA CON VÉRTIGO
Lo haré
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