lunes, 4 de marzo de 2024

HISTORIA DE UN MÓVIL.

Voy a contaros un secreto. Pierdo muchos móviles- el año pasado tres- por hacerme selfies de un modo algo  temerario. Mi teléfono tiene  una carcasa doble para poder apoyar el aparato sostenido sobre sí mismo. Lo coloco en un lugar con un retardo de diez segundos, echo a correr para posar en  un paisaje, en un sitio algo arriesgado, y al llegar...¡coño!, ¿ y el teléfono?: se ha suicidado. En lugar de caer hacia adelante , va el tío y se precipita desde lo alto a un pantano, o desde una piedra al río.


En fin,  la vida. Todo son pérdidas. No me cuesta nada eso de privarme de  cosas. Algo más me sucede con las personas. He sido un perdedor desde  crío, e hice callo. Repetir curso, expulsarte de colegios, vivir en muchos centros del opus dei, en  ciudades diferentes, despedirte de amigos de aquí y allá - en la obra no podías tener amistades particulares, ni volver la vista atrás a visitar lugares donde viviste. 


De mujeres ni hablo. Todo despedidas. También gente que se muere.  


Y, claro, un  móvil, pues no duele mucho.


El  primer cambio de móvil  obligó  a tomar una decisión muy traumática. El teléfono era de empresa , Serunión, que Jehowá les confunda a esos incircuncisos. Tenía que marchar a Guatemala.  Ese móvil contenía nombres, direcciones y números de teléfono de amig@s y conocid@s de todo tipo.  Alguno que ya había muerto. Y permanecían allí,  anclados en mi lista de favoritos. Me resistía a borrarlos. 


Con algunos de esos nombres había compartido momentos muy felices, aventuras, fiestas, viajes , veranos, aventuras, trabajos, éxitos, fracasos, muertes compartidas de otros amigos. En fin, la rueda dentada del tiempo sobre nuestras vidas. 


Mantuve  sus nombres en el móvil como si nada hubiera sucedido. Era mi forma de no renunciar a proyectos comunes que su muerte había interrumpido. 


A veces por la noche  me daba por marcar algunos de esos teléfonos para ver si alguien levantaba el auricular desde la otra parte. Llamaba a Manuela. Ya sé que no es normal. Bueno , espera que se te muera alguien que quieres y me cuentas. Sonaba infinitamente lejos, fuera del tiempo. 


También tenía guardada alguna respuesta suya de watsap.  Me sentía feliz llevando en el bolsillo a todos mis amigos muertos. Me negaba a darles una sepultura definitiva. 


Pero un día me robaron el teléfono en un autobús camino de Cobán. Y dije, " pues a volver a empezar". Y allí enterré muchas personas de mi pasado.


Ahora lo ocupan solo los nombres de cuantos siguen vivos bajo la rueda dentada del tiempo.


Estos son los jóvenes de la Parroquia de Tamahú que cantábamos en el coro los domingos. Aún me escribo con alguno.



11 comentarios:

  1. Te entiendo perfectamente. A mí me ocurrió algo parecido.

    Ademas de las personas cercanas, queridas, duelen especialmente los que se han ido -por accidente o enfermedad- sin apenas llegar o haber pasado la veintena. Gente que has educado con esmero, y que no encajas que, mientras tú te acercas a la jubilación, esos proyectos de vida -algunos, de los mejores- ya no están.

    Qué jodida es la vida.

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  2. Yo recibí de un querido amigo un mensaje desde una web de viajeros llamada WAYN (where are you now / dónde estás ahora). Era una web social para viajeros.
    Mi amigo -nos queríamos mucho- murió en Bolivia a tiros pues intentaba la secesión de Santa Cruz del resto de Bolivia (a los Puigdemont los indios los tratan así). Era Eduardo Rózsa, ya salió antes en un comentario cuando respondí a una pregunta sobre Viena.
    Mi imaginación se desbocó. Pensé que había fingido su propia muerte y que me mandaba un mensaje. "Rompí" a llorar, de verdad. Me apunté a la web, de la que era miembro, pero todo resultó ser un spam.
    Lo de los contactos en el móvil es un lío. Tengo un iPhone y están en la nuebe, con los angelitos. Es una ventaja. Pero también un caos: tengo cuatro Susos, tres Pepes, doce Mamás (mamá nunca coge el móvil: o está sin batería, o desconectado, o en el fondo del bolso, o en otra parte de la casa que no lo oye, en fin).... nunca entenderé cómo funciona lo de los contactos.
    Pienso que vale la pena gastar dinero en un móvil: es lo que usas más horas al día, con el ordenador.
    Pero claro, si te lo roban continuamente (en Barcelona se roban muchos móviles y relojes de alta gama y baja cuna) o lo pierdes (otra versión: se te cae en el retrete cuando te inclinas para pasar el cepillo o en cualquier otra situación ).
    A mí me lo robaron mientras paseaba por el barrio gótico de Barcelona. Un pequeño marroquí pasó corriendo y me lo arrancó mientras hablaba con Ábalos. No lo quise soltar (mi móvil es mío) y acabé sin móvil y con un esguince en el dedo anular.

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    1. Lo del teléfono que se cae en el Bacinete, en el inodoro, o en la cagoteca, es un clásico.
      A mi me sucedió una mañana en un bar de Gijón. Había hecho una plasta que parecía un pastel de chocolate de la boda de el alto de Bordón 4.

      Y el móvil se subsumió todo él en la chocolatada. Ni la antena se veía .
      Yo siempre he sido muy mío para esas cosas, así que salí huyendo, como ladrón en la noche.

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  3. Hoy he olvidado el mío (el móvil, no el ñordo) en el baño del hotel, encima del portarrollos de papel higiénico; no se me ocurre mejor lugar. Y el roto es escaso, me costó 150 leuros (pregunté si tenía sin cámara de fotos para ahorrar algo más y aún se está deshuevando el mamón que me lo vendió).

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  4. Respuestas
    1. He ido a lavar el coche. Mientras iba al automático de la Estación de Servicio Claudio escuché que la ministra Yolanda Díaz quiere cerrar los bares antes de la una de la madrugada. Ya verás cuando se enteren Ábalos, el Tito Berni, la Barmengol,, aceitera , aceitera.

      De regreso a casa hice en una papelería unas fotocopias con la cara de esta comunista desorejada para limpiarme el culo con ellas.

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  5. Me preguntaste ayer sobre el chiste de los niños cantores de Viena, veánlos antes de que crezcan.

    https://www.youtube.com/watch?v=-YtWYotwDHU


    Son unos humoristas argentinos que me hacen gracia, una tontería.
    De Manuel Vicent leí Tranvía a la Malvarossa y Aguirre el Magnífico. Le pasé a mi madre el libro de Aguirre el Magniífico y me pegó otra bronca -otra más, tengo las espaldas anchas- tipo que no tengo respeto al sacerdocio y tal (que conste que mi madre es devota, pero no fanática; que si un finde no puede ir a Misa porque tiene que cocinar para los veintipico hijos y nietos y bisnietos no le parece mal).
    Pero la falta de respeto al sacerdocio.... En la Concepción de Barcelona hay unos curas polacos muy radicales. Mi madre fue un viernes a un evento donde corrió la malvasía de Sitges, al día siguiente fue a comulgar a Misa; el Cuerpo de Cristo, contestó Amén. El sacerdote polaco no debió entenderle. o no sé que pasó, pero no quiso darle la comunión (tiene 84 años) y le dijo (a la advocación el Cuerpo de Cristo): ¿qué se dice?
    Como habían estado la noche antes en una fiesta de la "pirroquia" va mi madr y le contesta: hola ¿qué tal? (antes ya había dicho amén).
    Uno puede confesarse con quien quiera, pero los curas polacos de la Concepción de Barcelona........

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    1. Aguirre el Magnífico me pareció genial. Vaya tío, le daba a todo: carne, pescado, y calabacín.
      Muy triste el final.

      El chiste , en fin, que no se repita.

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    2. Tomo nota.
      El libro Aguirre el Magnífico me lo recomendaste tú. Yo lo disfruté, por eso se lo pasé a mi madre. No tiene recorrido con la generación de los `39.

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    3. Es que para leerlo está muy bien, pero para vivir con un porcino mojón de este calibre había que tener mucho aguante.

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