sábado, 31 de agosto de 2024

PASARLO BIEN. UNA FILOSOFÍA.

De todas las historias y situaciones que he pasado en mi vida - tertulias ( piratas y no piratas), viajes, situaciones profesionales,  casualidades de encuentros, conferencias, encuentros...las que nacieron improvisadas fueron las mejores. Inolvidables.


Aunque yo creo que los planes no salen bien solo porque surjan en el momento. Los planes salen bien porque hay gente hecha para la fiesta y el cachondeo.


Y hay gente que no, que son como esos que juegan al "pilla pilla"  que la persona que la lleva tiene que intentar pillar al que no la lleva, pero todos huyen despavoridos para no "pillar".  Hay gente que si te toca, te enhuerta.


En el colegio del Salvador íbamos un grupo a zascandilear por Zaragoza. Macarreábamos mucho. Había uno que se llamaba Monreal que eructaba regüeldos  inenarrables , como los gemidos del Espíritu Santo. Y teníamos la costumbre de entrar en el Heraldo de Aragón, llegar a la recepción - allí nos recibía una señora muy dulce y dispuesta- y Monreal soltaba el flato retenido , como una erupción volcánica, y gritaba " ¡¡¡ HERALDO DE ARAGÓN , DIARIO DE LA MAÑANA!!!" ( la frase de cabecera del periódico).


Y nos  íbamos. Y pasábamos así toda la tarde , con el Heraldo de Aragón, de tiendas, a ligar, o  hacer el  ganso. 


En Herzegovino- un club juvenil donde viví muchos años- era imposible pasarlo mal. Allí había gente que le gustaba disfrutar y armarla buena. Y en Bauprés lo mismo.  Porque allí había personas generosas, entusiastas y que hacen que las cosas fluyan.


Eran tíos que si el plan era chungo, se callaban y no le daban importancia.  En Herzegovino, por poner un ejemplo, ibas a planes muy jodidos- un  verano de curso de inglés en el Poblado, o en el colegio Turó,  y nos adaptábamos  y  aquello era maravilloso. Cualquiera que haya estado sabe de qué hablo.


Eso sí que no se improvisa, ese ánimo para poner las cosas fáciles. Para compartir, para cantar, para ir a la roca a bañarse en el Pantano  y para darlo todo sin vergüenza, sin dobleces y sin quejarse. Cada plan que sale bien tiene detrás a una persona entregada a las cosas bonitas de la vida.


Veo lo que hay ahora - campos de trabajo en Kenia, o en  Perú - y es un rollo de pijos  caprichosos, de notas piadosos. Niñatos que  con la pasta que gastan en el viaje,  sumadas a las gafas mojonas, y las zapatillas que son la polla, podrían cubrir los gastos de un año de la tribu que van a ayudar. Chavales con el síndrome del Emperador , con tutores que  dan charlitas de pobreza , y que son una mierda pinchada en un palo.


Seguro que leyéndome tenéis alguna idea en la cabeza de personas que encajan con estos perfiles. De los que uno quiere librarse pronto y de los que uno no querría separarse jamás.


Da igual el sitio, para que los planes salgan bien hace falta mucho cariño, mucha amabilidad y esa madurez emocional que es beber, bailar y reírse como si la vida se acabara esta misma noche.


A mí me ponéis en ese equipo. En el de las personas que se abrazan a la jarana y a la alegría. En el de las personas que lo dan todo vayan donde vayan. Pasarlo bien es una actitud. Pasarlo bien es un compromiso con la vida.




viernes, 30 de agosto de 2024

CONSTANTINO. LA VIDA EN LOS MÁRGENES.

Ayer, regresando a casa , paré a comprar pan en un Froiz, una cadena de supermercados de Galicia. Al lado del lugar donde  estacioné el coche encontré un hombre hurgando en los contenedores que había fuera. El hombre iba sacando y depositando ordenadamente  decenas y decenas de yogures, de  packs de leche, de  bollería industrial. 


Cerca , una moto con el faro roto. Y el tío hablando en voz alta preguntándose cómo llevaría toda es mercancía en una moto.


-¡ Joder!...¿ todo eso estaba en el contenedor? - le pregunté.


- Y eso que todavía no he abierto el otro.


Se llama Constantino. Tiene 54 años. Está de baja permanente por un accidente laboral. Una  grúa le dio un golpe cuando estaba en una obra, en un cuarto piso. 


Tiene una pensión de 475 euros. Divorciado. Vive solo. Y  vive de lo que va recogiendo.


- Los repartidores del Froiz me avisan cuando reponen los super . Los dejan en el contenedor y yo vengo a buscarlos.  Son productos que no quieren los Bancos de Alimentos porque  caducan ya. 


Entré al super, compré pan y dos cervezas , y a la salida nos las tomamos y charlamos.


 

No hay depredador más omnívoro que nosotros . Con todo y, si es necesario, seremos nuestros  propios saprótrofos, descomponedores y carroñeros.


 

Constantino es de esas personas que la vida le ha llevado a vivir en los márgenes . Esos  lugares que, a su manera, resultan cómodos. Allí se establecen : solitarios, tranquilos, anónimos. Nadie puede saber de tu vida si no quieres. Salvo los repartidores del Froiz.


Nadie tiene que recordarte si no le das motivos.


 

Cuando alguien elige establecerse al margen de la vida,  es por una  anónima necesidad, aunque más tarde el olvido siempre sea un gustoso antídoto contra las decepciones.


Pero  también es difícil mantenerse en esos márgenes: la familia, los amigos, la pareja, los hijos siempre "pasan", por así decirlo. Dejan una huella que va más allá de una soledad  buscada  y  querida.


A Constantino le cuelga ese dolor, y esa ausencia .


Y esa huella no tiene por qué ser buena o mala... simplemente es, existe, nos recuerda quién somos. A ese hombre le da igual todo. Sobrevive. Rehúye todo tipo de vida social, tanto positiva como negativa: no hace caso a intentos de ligoteo, no le afecta ser despreciado. Pasa por la vida como un fantasma, con el único objetivo de cumplir en lo suyo, no hacer demasiado ruido, y quizá lo más inquietante de su comportamiento sea esa sensación de que no le importa, de que podría almacenar toda la basura del Salnés hasta ahogarse en ella.


Me identifico en algo  con este  hombre. También  he estado a puntito de vivir  en  el margen.


En el corazón de Constantino  se alternan recuerdos de épocas más felices, fragmentos de una vida pasada que apenas parece existir, confundiendo la presente, sacando a la luz sus dolorosas cicatrices.


Claro que la vida hace sus planes, como siempre. Y uno , al despedirnos y hacernos esta foto intuye en este hombre la difícil curación de una herida que nunca parece cerrarse.


Cada cual lidia con la culpa como puede, y pocas veces es hablando: es más fácil callar, más cómodo dejarse llevar, caer en el margen y recoger yogures a punto de caducar.


Hay veces que un corazón siempre estará roto, y es humano no poder aguantarlo. Aunque compartirlo pueda ser un correcto camino para curarlo.




jueves, 29 de agosto de 2024

MIS POBRES ASPIRACIONES.

De chaval tenía unas aspiraciones muy mías. De niño leía una revista misionera que se llamaba "Aguiluchos" y quería ser misionero. De esos que iban a África con negritos que llevaban huesos atravesando la nariz y terminaban dentro de  una caldera mientras la tribu bailaba alrededor.


Después me dio por Louis de Funnes, Jerry Lewis, Cantinflas, John Wayne, Omar Sharif - decían que me parecía a él. En general , los tíos que hacían reír me chiflaban. Vivó un mundo de fantasía basado en personajes del cine.


También quise ser santo. ¡Casi nada! 

 

Está bien tener aspiraciones, aunque al final la vida te las sepulte y uno se quede en un "casi": casi bueno, casi limpio, casi rico, casi  buen profesor, casi santo, casi buen hijo, casi buen hermano, casi buen amigo, casi hombre fiel, casi buen marido, casi buen numerario, casi buen guitarrista, casi casto, casi luz, casi escritor, casi cantante, casi compositor, casi cómico, casi  deportista, casi  ordenado, casi creyente, casi prudente, casi sincero, casi generoso, casi paciente, casi templado, casi honesto, casi cabal, casi amable, casi abnegado, casi...


Una vez, en un restaurante de Santiago alguien me confundió con Arturo Pérez Reverte. Me pidió una foto y un autógrafo. Me dio tanta pena aquel hombre que le firmé una dedicatoria con mi letra de mierda.


En lo de que me parezco a Cris Hemsworth nadie se ha fijado. Y eso que tenemos las manos muy parecidas.


Ahora me conformo con parecerme a mi. A veces  en mi familia alguien me dice: “ese gesto era de papá”, me da como un vuelco en el corazón. Siempre me han sacado parecido a mi madre- somos clavados . Lo de mi padre me sorprendió al principio,  pero pasado el tiempo sí que me he visto algún cosas de él, y también de su modo de vivir.  Él no era famoso, ni salió en películas, ni enseñó su casa en las revistas. Pero tuvo muchas cosas que yo siempre deseé tener: su constancia, su nervio, su pausa, su delicadeza, su bondad, su amor…


¡Joder!, la vida nos lleva a muchos sitios, a muchos lugares, a muchas expectativas… y llega el momento de regresar y de repente somos conscientes de cuántas cosas teníamos antes de empezar esta aventura que es ser adulto. Y que, además, estaban en la puerta de casa. Yo era un niño que soñaba con ser Louis de Funnes  y ahora , a los sesenta y siete tacos, río como mi padre, salgo a andar sólo los caminos como él y veo el mundo parecido a como él lo veía. Compartimos miradas, paseos  y recuerdos.


A mi padre le sacaba de quicio verme imitando las gañotas y los caretos del actor francés , pero os digo una cosa: si éste ha sido el puerto en el que he desembarcado, es porque el viaje ha merecido la pena.



miércoles, 28 de agosto de 2024

LA ENSAIMADA COMO CAMINO A LA NOSTALGIA.

El otro día pasaba por delante de una pastelería en Caldas de Reis y entré a comprar pan - el rústico que llaman " barra gallega", que está arriba del todo , podíum premium. Un GEO de los panes.  Yo cuando me lo dan , saludo como un marine a la bandera.


Y vi en el aparador unas ensaimadas enormes, de boca abierta y repletas de merengue blanco. Y recordé. Fue como la magdalena de Proust. En mi adolescencia , después de ir a misa a un centro que se llamaba Cuéllar, íbamos un grupo  de adolescentes  - Jorge de S. Jacinto A. , Felipe Z., y otros - a una pastelería que se llamaba " La bella Easo". Allí unos despistaban a la dependienta mientras otros sisábamos ensaimadas , brevas, xuxos de crema. Pagábamos  una palmera, y en los bolsillos llevábamos el botín.


Un día la señora se dio la vuelta y nos pilló con las manos en la masa. 


-  Con lo majos que se os ve, ¿ por qué robáis a una pobre mujer que vive de esto?


Yo he visto a todo un señor juez , al salir de esa pastelería,  sacando del interior del calzoncillo una breva , rota, cremosa, un pringue , riéndose como un  loco y diciendo " ¿ alguien quiere?".


Entonces no era juez.


Y le dije a la pastelera de Caldas que me llevaba una de las ensaimadas. Quería ir por la calle zampándomela a bocados y recordando. ¡ Con qué poco uno es feliz! Bendita infancia, coño. Merengue tocho a bocados, con la punta de la nariz adornada de una pincelada dulce y blanca.


¿ Que el azúcar es malo ? Malo es Pedro Sánchez, joder.  


El tiempo pasa hasta para los merengues. Recuerdo la pringue de esos bolsillos , cuando la Bella  Easo. Recuerdo las palmeras de chocolate.  Los xuxos de crema, las sultanas, las milhojas, los petisuís  que compraban mis padres al salir de misa los domingos


Pero sobre todo recuerdo aquella felicidad ingenua de mi infancia y mi adolescencia. Aquellos años de luz. No era solo el sabor, era la libertad de comerse un pastelito sin culpas.


Era maravillosa esa inconsciencia. Pero hoy iba andando por la calle, tan feliz y tan campante, y tuve un pensamiento para esa señora. Un homenaje. Y me   veía  a mí, de niño, y es que reventaba de felicidad . Cuando no tenía prisa.


Quién me iba a decir a mí de pequeño que una ensaimada de  merengue iba a terminar siendo un camino para la nostalgia.


Aquí con María, la pastelera.





martes, 27 de agosto de 2024

DE FLORES Y COMISARÍAS.

En uno de los capítulos de la serie "  A dos metros bajo tierra "  Ruth , la madre viuda que ha llevado la funeraria junto a su marido durante décadas , decide cambiar de aires y  empieza a trabajar en la tienda de flores de Nikolai , su proveedor de flores, y acaba encantada. En una escena Nikolai pregunta por ella y le dicen que está llorando sola en una pequeña habitación . 


Efectivamente, la encuentra llorando, pero de alegría. " Llevo toda mi vida entre flores , pero eran para los muertos. Y estaba rodeada de dolor, de tristeza, de despedidas Y, por primera vez estoy entre personas que celebran la vida: son flores para nacimientos, bodas, comuniones, aniversarios, homenajes, novias". Toda la vida viendo sufrimiento y ahora descubre la cara feliz y  maravillosa de la vida.


La escena me emocionó. Y mucho.


Recordé un poema de Juan Ramón Jiménez, ese que llamó Rosa íntima. «Todas las rosas son la misma rosa, amor, la única rosa. Y todo queda contenido en ella». 


Hace unos meses , a la salida del gimnasio, charlaba con un buen amigo. Es policía nacional, y está en la comisaria de  Vilagarcía de Arousa. La ciudad es capital del Salnés, un mundo con fama de conflictivo: droga, narcos...no hay semana que no se publique  una noticia al respecto sobre el tema. 


El hombre me decía que este mundo se va a la mierda, que está todo muy jodido, que ve cosas - se refería a la comisaría- que no permiten ser optimista  sobre nada: denuncias por abandono, alcoholismo de niños y adolescentes, violaciones, maltratos,   drogadicción...en fin , el dama de todos los días de una comisaría de puerto de mar.


Le hice ver que él trabajaba en un sitio que era como un escaparate de toda la mierda que hay en una ciudad.


- Tú allí ves gente que le han robado, han abusado de ella, la han pegado, se ha emborrachado, se ha metido un pico, ha muerto, ha sufrido un accidente...¡joder, es que ves lo peor todos los días!  Y es normal que estés jodido y  no veas salida. 


Y seguí:


- Piensa , no sé, en tu madre. Seguro que era una mujer, una señora, que os sacó adelante con sencillez, trabajando para que fueses el hombrón que eres ahora, un señor policía, y que no se daba un pijo de importancia. La vida también es eso, tu madre, tus hijos, tu mujer...


Y vi que se implaba, se le humedecían los ojos , y  me dice:


- ¡ Joder, perdona! Mi madre murió hace  poco más de un año. Y era cómo has contado. Soy hijo único. Y me dio todo lo que soy, trabajando como una  burra, siempre con los mismos zapatos, las mismas medias, siempre dándolo todo. Y al  fallecer me dejó tres pisos en propiedad...


Y viendo  ese capítulo de la serie me acordé de mi amigo el poli. De las flores de la Funeraria, y de la Recepción de esa Comisaría.  


Y de los mundos que nos han tocado vivir. Y este es Javier, mi amigo madero.





lunes, 26 de agosto de 2024

CATALIZADORES EN NUESTRA VIDA.

Días antes de fallecer  Joan Valls me envío un watsap de voz. oan Valls fue un buen amigo, profesor y compañero en mis primeros años en Viaró. Dio muchas vueltas en su vida, buscando ser el mejor Joan. Unos meses antes de morir hablamos, y unos días antes de irse para siempre me envió un watsap de voz:


" Hola, hola, Suso y María José, ¡ qué maravilla... mujer de quilates! Pues sí...vale, no hay medida, y Dios siempre a tu lado, porque el amor de Dios nos hace cada vez más parecidos...pero estamos en ello...yo estoy...vamos a ver, muy disminuido..la voz ya se nota, y el resto hace lo que puede, pero tengo muchos regalitos. O sea, que aprovecho a tope. Y después, Dios dirá. Porque he hecho unos cambios interiores que no los puedo contar por allí, aunque ya se me nota, porque voy a  otro nivel...ja,ja,ja...más sencillo...TODO ES MUCHO MÁS SENCILLO ( en mayúsculas porque él lo subrayó con la voz, como deletreando las frases)...espero que seáis muy felices, y hasta siempre. Unidos.  Hasta pronto".


Joan era un catalizador de personas,  en este mundo donde a veces nos cuesta vivir de amar.


Un catalizador  es una sustancia que acelera o retarda una reacción química sin participar en ella. Los catalizadores positivos aceleran la reacción, mientras que los negativos la retarda.


Jaume, mi padre , Manuela, Joan Valls, Joaquín,  entraron en mi vida y aceleraron en mi , sin moverse de esa cárcel del cáncer, de la ELA, de la Esclerosis, la vida que dejaban.


Cada uno en su vida tiene su particular catalizador: el hijo enfermo, la hija con síndrome de down, el autista, el asistido, la parálisis cerebral, la pareja que te deja cuando no te lo esperabas. Sin ellos, nuestra  vida hubiese sido  muy distinta. No han hecho nada , aparentemente, pero allí están: salvándonos. del naufragio.


Es increíble. Al nacer este tipo de personas todos  piensan que  ha llamado a su puerta  la desgracia y el  dolor. Pasa  el tiempo y esa gente  han consolado  al triste, enseñado  al que no sabe, corregido  al que yerra y redimido  al cautivo. Porque las víctimas de verdad, las que merecíamos  la mayor de las  desgracias , éramos nosotros :  cautivos de nuestro orgullo , equivocados, ignorantes y, sobre todo, tristes, desengañados, y, a veces, desesperados y cínicos.


Atiende, y atiende  con cuidado y mimo, a "los catalizadores " de tu alma. De "mi pobre alma" iba a  escribir.


Y ahora que el que debería ser catalizador soy yo , tengo miedo. Miedo de no estar a la altura. 




domingo, 25 de agosto de 2024

UNA ENTRADA LIGERA.

Estoy leyendo la novela " La mala víctima"  de Emilia Landaluce y Rosa Belmonte. Nada del otro mundo. Ligera y entretenida. No es poco.


Y allí hace referencia  a un ser que se llama  Leona Helmsley, una hotelera americana muy poderosa, apodada “la reina del mal”, por su fama de tener muy  mala leche. 


Miré su foto y me quedé alucinado por el parecido que tiene esta señora con otra que conocí mucho. También mujer insufrible, por cursi, por cortita con sifón. Una pena, porque  más allá de la madre hay una mujer. Y uno intuye que no supo escapar del papel que ella creyó estar destinada. Podía haber sido una mujer que deseó, que cargó sus contradicciones, que se equivocó muchas veces, y que siguió hacia delante muy fiera.


Pero se quedó a medio camino.


En el libro habla de "Trouble" , una afortunadísima perrita maltesa que llegó a heredar la friolera cifra de doce millones de dólares de su inseparable Leona Helmsley, la hotelera americana.


Una adorable criaturita de apenas dos quilos de peso, acabó recibiendo una herencia muchísimo más cuantiosa que la que les tocó a los nietos de Helmsley. ¡Doce millones de dólares se llevó la puta perrita!


Por esas cosas que tiene la  memoria, que le tiras un hueso y te trae cualquier cosa, recordé una anécdota que escribió Francisco González Ledesma - un periodista de La Vanguardia -  de unos amigos que también tenía una perrita maltesa, a la que adoraban. En los años setenta del siglo pasado, fueron de viaje a China y decidieron comer en un restaurante chino . Por gestos, fueron señalando platos de la carta y le mostraban su elección al camarero. El chino asentía solícito y servil , como hacen todos los asiáticos. 


Cuando ya se iba a la cocina con el pedido, los amigos del periodista  volvieron a reclamar su presencia. Se habían olvidado de la perrita. Y  señalando a Lunita - así se llamaba- hicieron el  ademán con la mano de que la perrita también quería comer. 


Asintió el notas, sonriente y solícito,   y se llevó  a Lunita a la cocina.


La pareja pensó que  se lo llevaba para  darle las  sobras o huesos, o algo que les gusten a los chuchos.


Y al cabo de una hora aparece "el   glan cocinelo de Mulalla China"  con un carrito cubierto, levanta la tapa y se ve a Lunita asada, crujiente por fuera y jugosa por dentro, con una naranja en la boca,  y una mirada de ojos vidriosos. Y no de alegría.


Los señores no sabían que el perro en China se come. Y el gesto que hicieron  al camalelo le confundió. 


En fin, menos mal que no era "Trouble".  Te comes un plato de doce millones de dólares , y la Helmsley  le come los güevos al cocinelo.


La señora que asocié a Leona es muy parecida. No tenía perro, pero sí mucho dinero. Su hijo me dijo que cuando le daba  la bajona se iba  al Corte Inglés de Diagonal y fundía la VISA en gilipolleces. Luego llegaba a casa y se liaba  parda. El marido era muy tacaño, de los que tienen cocodrilos en el bolsillo.


De esa mujer puedo contar muchas, y muy buenas. Por ejemplo, en su bolso llevaba una plancha pequeñita. Un día, en una visita que hice con su marido a un cliente, ella dijo "¿ pero cómo vas así, Suso, con la camisa tan arrugada?


- Es que vengo de seis horas en coche desde Valladolid y , claro, la camisa se arruga.


- No, no , no, eso no puede ser- me dijo con morritos de Bambi. Quítate la camisa y  quédate en esa habitación.


Porque era piadosa y , además, casta - por eso de  estar yo marcando musculitos -  saca la planchita del bolso , y se pone a alisar , hacer los puños y  el cuello. Y yo allí , pasmao.


Un día, en un viaje que hizo con su marido a Valladolid, me preguntó un sitio donde se comiese bien. 


- En la Parrilla de san Lorenzo . Allí hacen unas angulas a la Navarra que son espectacularmente sabrosas. Algo inolvidable.


- ¿Angulas a la Navarra? –pregunta mirando a su marido como diciendo " atiende, que este sabe de qué habla"


- Efectivamente. ¡Un plato superior! De llorar de gusto.


- ¿Y eso qué es exactamente? –pregunta.


- ¡Cómo!, ¿ no ha oído hablar de las truchas a la Navarra?: esas que se abre la trucha por el lomo  y se introduce una loncha de jamón.


- Sí, ese plato lo conozco, es riquísimo...pero el otro…


- Pues lo mismo, pero con angulas: se abre la angulilla y se le mete una loncha de jamón.¡¡¡Exquisito!!!


Y va la doña, mira al cielo, cierra los ojos , y  exclama " ¡ummmmm, eso tiene que estar riquísimo!".


Y su marido me dice en un aparte, " ¡vale ya, de cachondearte de mi señora,  coño!


Y  por hoy, vale ya.




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Mañana lunes se suprimirá  la moderación de comentarios desde las 8 de la mañana hasta la tarde. Estaré todo el día sin cobertura. 

sábado, 24 de agosto de 2024

EL CAMPO DE FÚTBOL DEL COLEGIO.

Hay un lector que es bastante brasas. Comenta casi a diario, pero acostumbro a no publicarle porque es un plasta. Escribe cosas como " te cuesta que te critiquen, eres un soberbio". En fin, va de ese palo. Lleva años siguiendo el Barullo- algo que, de verdad, me sorprende, porque  parece que ni le caigo bien, ni las entradas le gustan, ni alguno  de los que comentáis en ocasiones. 


Parece de esos que dan la mano blandita y como sudada. 


A ver si lo enviamos a freír espárragos con esta entrada. El  Barullo es una piscina de bolas y cada bola puede ser  un error divertidísimo. 


El Barullo también es como esos partidos de fútbol que jugaba de pequeño en el colegio del Salvador, en los Jesuitas de Zaragoza. No había  campos  para todos, así que los pequeños colocábamos las batas como postes de una portería imaginaria , y echábamos el balón a correr. Y cuando el balón salía por arriba , como no había referencia alguna, el portero gritaba "¡alta! . Y eso era palabra de Dios. Si había gritado "¡alta!", es que era alta, y el balón salía fuera, y no se discutía.  


Bueno, pues yo soy ese portero. Yo soy el portero del Barullo. Y si digo "¡alta!", pues es  alta. Y punto. ¿Y por qué?, porque así son las reglas.


- Pero es que esas reglas te las has inventado tú.


- Claro, atontao, porque no hay campo, ni portería, ni  marcas de córner, ni líneas , ni leches. Jugamos en medio de la nada. 


A ver  si te enteras, coño ya, de una puta vez.



viernes, 23 de agosto de 2024

JUGANDO A LOS BARCOS: TOCADO Y HUNDIDO.

Seguramente una de las mayores mentiras  es la de que los fracasos enseñan, de que constituyen un paso ineludible para la construcción del carácter. 


Bueno, eso depende.


Tuve un jefe que me enganchó afectivamente como nunca nadie lo había hecho en mi vida. Por ese hombre me entregué a su empresa con una fidelidad de perro. 


Pero era persona que te manipulaba y te fallaba de una manera que a mi me costaba entender. Le importaba nada mentirte, defraudarte, olvidarse de sus promesas . Su frase  comodín  era " soy así".


Jugaba con las personas que quería a los barcos. Y, claro, llegaba el día del " F-5 "...y tú contestabas " tocado y hundido".


Oriol, que así se llamaba, no se daba cuenta que  provocar la decepción continuada mina el carácter, te vuelve  autodestructivo, al menos a mi, y  además  limita tu iniciativa futura: el perdedor mental se retira de las carreras, tiene miedo de volver a sufrir una paliza, ya no quiere luchar. Las derrotas no son siempre eso de-lo-que-uno-se-puede-recuperar, como nos cuentan los napoleones mentales: hay derrotas que son definitivas; naufragios que matan a los pasajeros; fracasos de los que uno ya no se puede levantar. 


En fin...con ese hombre llegó el día de " F-5 "...¡tocado y hundido!". Y lo mandé a freír espárragos. 


Cuando alguien te ha mentido muchas veces te va cambiando poco a poco. Al final, como un golpe de viento que se lleva las hojas muertas y deja al desnudo la forma de un árbol, sacan a la luz lo que permanecía en la oscuridad y empujan a abandonar a esa persona.


De esos años , fue justo antes de mi jubilación, aprendí que hay gente que es muy  cabrona. Nunca des a nadie más de lo que recibes de él. Ni le des importancia a quien no se la merece. Al que te aporta, dale gloria bendita y a quien siempre va a tu rebufo, ni agua. No la aprecian y un día te dirán “no te la pedí”. 


Para Oriol yo era el que está en la acera de enfrente de su toxicidad, de su  manipulación, yo era esa persona que ha sido educada para hacer el bien, que nunca crea conflictos, que siempre pone buena cara y que tiene como prioridad número uno complacer y agradar a su entorno. 


 ¡Joder!, que a los sesenta y dos años  me tenga que dar cuenta de yo no era alguien que actuaba haciendo el bien, sino que  actuaba solo para quedar bien. Que descubras que no estás aquí para cumplir las expectativas que los demás tienen puestas en ti. 


Y  como yo en ese ambiente , con ese Oriol,  no podía decidir ni podía hacer cambiar a un tío así, porque  estaba acortezado , entonces sólo te queda un remedio, y es lo que hice: mandarlo a tomar pol culo.




jueves, 22 de agosto de 2024

EL ICTUS.

La primera que tuve experiencia de un principio de un ictus fue en Valladolid, en una librería que se llama Oletum. Estaba de pie , leyendo un libro . Y de pronto, de un modo imprevisible, noto  que pierdo fuerza de mi lado izquierdo, brazo y pierna. Tenía ese lado mongo, como incapaz de  caminar. Me senté en una silla. Intenté no perder la calma. Manuela ya estaba muy enferma de ELA. Recuerdo que recé " ¡ Dios mío, ahora no puedes hacernos esto! Por  favor. Ahora no". 


Poco después salí andando de la librería, cojeando aún, con una sensación de  hormigueo  y entumecimiento en las pierna.


Olvidé el asunto. Y si no lo olvidé , no le quise dar más importancia. Tal y como se estaba desarrollando la enfermedad de Manuela , lo mejor era no alarmarla con lo mío. Así que hice algo que siempre me ha dado  suerte - si a eso se puede llamar "suerte": pasar.


Al regresar de Guatemala  estuve viviendo una temporada con una mujer. Un desastre de experiencia. Me dejó porque - eso dijo- nunca en su vida había sido celosa. Y conmigo le mordieron los  celos.


- Y lo peor es que a veces es por una muerta.


Se refería a Manuela. La verdad es que soy  muy mal viudo. ¿ Qué os voy a contar a vosotr@s que no sepáis?


Por culpa de esa mujer  fui al médico. Y allí el doctor , después de medirme la tensión,  me dijo:


- Ahora mismo debería usted ingresar en Urgencias. ¡ Tiene usted una tensión altísima!, ¡ está disparada! Usted es una bomba andando por la calle. Es como un funambulista a gran altura andando sobre el alambre : se puede caer, le puede dar un infarto, un ictus...¿ le gustaría quedar lelo de por vida?


Y allí descubrí que era hipertenso. Ya estoy medicado de por vida.


Vine a Galicia. Y una mañana estoy leyendo de pie ojeando un libro en la biblioteca de Caldas , llevaba un buen rato, y cuando comienzo a andar siento que mi lado izquierdo está inmóvil. Lo mismo que en la librería, hace años. Y me siento. Y pienso " ¿ otro ictus?, no puede ser. Pero el hormigueo sigue allí.


Abro el móvil como puedo y escribo " síntomas del ictus". Leo y comienzo a auto auscultarme. Guiño un ojo, parpadeo, guiño otro ojo....y ¡ entonces caí en la cuenta!


Ni entonces ni ahora sufrí un ictus. Sencillamente, se me durmieron las piernas del tiempo que pasé leyendo inmóvil y de pie.


Si es que nos preocupamos por chorradas. Si es que soy gilipollas. 




miércoles, 21 de agosto de 2024

LA HABITACIÓN.

Estoy viendo la serie " A dos metros bajo tierra". Solo hay dos formas de verla: la serie trata sobre la vida o sobre la muerte. Y el único método para sobreponerse a ambas es la risa. Por eso A dos metros bajo tierra es oscuramente humorística. O humorísticamente oscura.  


Resulta difícil escribir  una trama sobre una familia de funerarios y se tomó  el camino más inesperado: concebirles como auténticos héroes. Su trabajo es el que  no queremos hacer nosotros: mirar el cadáver. Limpiarlo, maquillarlo, embalsamarlo, exponerlo en el salón central de su casa. Hacer lo que el resto está demasiado atemorizado para siquiera imaginar.


El sexto episodio de la primera temporada me recordó a un buen y viejo amigo. Es numerario.  Me lo quiero mucho. Y él a mi.   Se titula «The Room». 


El padre de esa familia que regenta una Funeraria,  Fisher e Hijos, ha muerto  en el primer capítulo. Todo se desata con el trivial comentario de un conocido: «Tu padre era un tipo muy gracioso», le dice a su  hijo Nate. Se queda petrificado. ¿Gracioso? A él le educó —a ratos— un hombre bastante malencarado, severo, cuya única fuente de entusiasmo eran los coches fúnebres y los cigarrillos. El hijo lo tenía por un hombre aburrido.


A partir de legajos, Nate va bosquejando el perfil de su padre un hombre sustancialmente distinto. Un desconocido. Su padre disponía de  una habitación  que nadie conocía en su familia. A cambio de dejarle gratis un enterramiento en su funeraria a uno, este le  permite vivir en esa habitación que no usan sus dueños.  


Allí , en la intimidad, escuchaba una música diferente,  fumaba hierba, guardaba las fotos de su mujer en un pequeño cofre oxidado, tenía una habitación (no metafórica: con paredes, bombillas y, al menos, un sofá) en la que, a veces, se escondía a ser él mismo. Un lugar donde no había deudas, ni muerte, ni reproches. Una fortaleza infranqueable con acceso vetado para los demás. Su padre era un hombre que guardaba bajo llave sus secretos.


Como ese hombre,  todos.  Como usted y yo.


Porque sí, yo también tengo esa habitación. 


Y allí me acordé de  mi amigo. El hombre había ido a una curso anual y había pedido que su habitación tuviese un sofá butaca.  Porque- qué os voy a a contar que no sepáis- ya sabéis que hay  lugares que tiene una sencilla mesa, una silla y no dispones de un sillón para sentarse y leer, o no pensar en nada o, en fin, lo que hacemos los abueletes de sesenta y seis años para estar cómodos en nuestro mundo. Tampoco es pedir mucho. A veces sólo lo quieres para  tocarte los cojones.


Y no le fue concedido ese deseo.  El hada le dio pol saco.


Todos deberíamos tener una habitación así. Nuestra habitación con su  butaca. Y que allí no entrase nadie. Donde somos el P.A.B. El puto amo de la barraca.


En la serie no  estaba hablando solo de esa  familia. Con la precisión microscópica de una historia personal, habla de verdades universales. Nuestra habitación para no hacer nada, o para recordar, para guardar los tesoros que la vida nos ha dado . O para nada. O para  pedir perdón por nuestras  vergüenzas, nuestros olvidos, nuestros traumas, nuestras historias patéticas   y su siniestra y cautivadora belleza. 


Todos tenemos en nuestra vida ese momento de mierda, ese que reconoces que estás cabreadísimo porque esa "madre guapa"  era tan perfecta que no te queda otra que joderte.  Esa "madre guapa" que no la mandas donde el viento da la vuelta porque, coño, ¿ quién manda a la mierda a una mujer así? 


En fin, qué le vamos a hacer. Cualquier cosa menos que te cierren  esa habitación, ese santuario de demencia, genialidad y ternura que  algunos habitamos.




martes, 20 de agosto de 2024

LA VIDA ES UN COCOTERO.

La  vida es un cocotero.


Me explico.  Al parecer, en una isla del Pacífico  poblada por unas tribus muy primitivas, cuando llega noche vieja  se celebraba una fiesta muy singular para conmemorar el nuevo año.

Al son de los tambores y los bailes cadenciosos de muchachas que mueven con estilo sus caderas, con guirnaldas que cubren sus pechos ,  los jóvenes elegían a los más viejos de la aldea. Los subían  en lo alto de los cocoteros y los dejaban allá arriba advirtiéndoles  que se agarraran bien a las palmas reales. 

A  nosotros   el Miércoles de ceniza, un sacerdote nos recuerda de donde venimos, y a donde vamos: del polvo, y al polvo.  Todo sea escrito sin segundas intenciones.

A esta gente se lo recuerdan de otra manera; encaramándolos a un cocotero.

Para esos ancianos era su última oportunidad de merecer aún la vida. Entre cánticos rituales la ceremonia consiste en que los jóvenes comienzan a mover con fuerza y violencia los troncos . Metáfora perfecta: como cocos de agua ya demasiado maduros algunos viejos caían al suelo y la tribu los daba por muertos. Eso sí, seguían cantando y danzando, aloha, aloha.

Si no morían por el golpe, los finiquitaban  con la máxima atención mediante potingues y ungüentos con otra ceremonia  para que dejaran paso a la vida que venía detrás. 

Pero había algunos ancianos  que conseguían superar la prueba agarrándose muy fuerte a las palmas. Después de  horas agitando el cocotero, y balancearse como un tentetieso bajaban del cocotero en medio de aplausos y lograban vivir hasta el próximo fin de año . Eran   muy respetados. 

Es posible  que nos parezca  una atrocidad de costumbre. Incluso que hay  que ser  muy hijo de puta para subir a tu propio abuelo allá arriba. Sin embargo, no hay viejo que no pueda vivir un año más ni joven que no pueda morir al día siguiente. 

Me gustaría  saber cuantos jóvenes han fallecido mientras dormían a la sombra de un cocotero por  la caída de un coco en la cabeza. O  haciendo el amor con Aloha Aloha. 

Moraleja: para vivir la primera condición es amar la vida y, seas joven o viejo, tener como principal proyecto no morirte. 

Otra moraleja ; a partir de cierta edad agárrate fuerte  cocotero, que hay mucho cabrón suelto.

Vivimos  destinados a morir . Todo lo que tenemos es este momento, aquí mismo, ahora mismo. El futuro es un jodido concepto que utilizamos para evitar estar vivos hoy. Pero la verdad es que sólo  está ese ahora que despreciamos pensando " bueno, mañana será otro día". Esta es la puta verdad, aunque suene a frase de taza de café.
  
Ten cuidado, amig@,  que no tengas que arrepentirte de haberte pasado la vida asustad@, temiendo no estar list@, no ser adecuado o no sabiendo quién debía ser. 



lunes, 19 de agosto de 2024

DEESPRENDERSE: LIGERO DE EQUIPAJE.

Estos días se cumple aniversario del día que tomé la decisión de dejar el Rangers. Ya son 23 años desde aquel día. Los 25 los celebraré por todo lo alto. Tendréis noticias.

La  vida enseña. Y esas lecciones que nos da , a veces de una manera  cruel, pero muy didáctica, tiene que servir para algo. Por ejemplo, yo quise , lo deseé y lo pedí con todas mis fuerzas, vivir la castidad, ser casto y limpio de corazón. Y lo hice de un modo sincero. Quise vivir en celibato pustúlico, pero no hubo forma. Y, a pesar de que me ofrecieron una salida dentro de los Rangers - elegir entre Argentina o Chile - vi claro que allí no pintaba nada y que, al menos conmigo, no había panacea para lo mío  y que había que tomar una decisión drástica. No pactar con lo peor de uno, no aceptar la connivencia con la mentira que era mi vida, Sabía que ceder al Rangers  - si éste pedía algo, lo pedía todo. Desde el momento que cedes , siente que eres suyo. 

Hay veces en la vida que en el desgajarse está  la felicidad. En ocasiones la vida también te obliga a desprendimientos fatales y eternos. En realidad, la vida es desprenderse. No entender eso es no entender nada.

Bastantes no comprendieron mi decisión. Esos que encubren sus rendiciones con los disfraces  del  enjuague y la componenda. No entendían que en el fondo de mi decisión había un desprecio a mi mismo allí dentro porque necesitaba mi curación. Yo era un leproso harto de camuflar mi lepra en vendas perfumadas. Sencillamente, me puse  la campanilla  , reconocí  mi enfermedad, y eché a andar.

Se trataba de vivir en la verdad. Casi nada. 

¿ Me equivoqué? Creo que no. Es algo que me importa nada. 

De mis años allí me quedó un algo que viene conmigo. Tantas mudanzas - estuve viviendo en nueve centros, en ocho ciudades , sin contar convivencias y cursos de todo tipo - me dejaron una indiferencia por las cosas. Todo lo dejaba atrás, hasta la ropa. Me iba con  lo puesto. Todo se resumía en volver a empezar. 

El día que dejé la institución, después de veintisiete años en ella, tenía un Clío de tercera mano, 1.800 euros, y nada más. Estaba muy acojonado. No daba un duro por mi , ni mi futuro. Sin embargo, tenía la esperanza de que todo saldría bien. También tenía que contar muchas cosas a mis padres y familia. En fin, era el futuro lo único que importaba.

Y así ha sido a partir de entonces. En cada mudanza me desligaba prácticamente de todo. Cuando fui a Guatemala doné a la parroquia de Arroyo guitarras, la biblioteca...y sabía que la familia que dejaba atrás  arramblaría con  cuadros, muebles y  todo tipo de  enseres. Hubo quien quiso envenenarme con eso. No me importó.

Son cosas.

Volví de  Tamahú con una bolsa nada más. Todo se quedó allí, en la parroquia.

Y aquí, en Galicia , donde espero morir, vine casi con lo puesto. Hay gente que en la vida va amontonando cosas viejas, se abraza y besa  sus tesoritos, ropa que no puede tirar,  estanterías hasta arriba de libros - algunos sin  leer- , baldas vencidas por el peso. Montones amontonados. Trastos de todo tipo , unos guardando polvo, otros en cajas. Deshacerte de esas cosas no es ningún drama, ni borra tu historia, ni dejas de ser quien eres. 

Es evitar un síndrome de Diógenes prematuro que acaba convirtiendo tu casa en la trastienda de un buhonero.

Hay que desprenderse si quieres ir hacia adelante, ligero de equipaje.

domingo, 18 de agosto de 2024

POR TI, SEAS QUIEN SEAS.

Uno poco a poco  se ha ido  conociendo  a sí mismo. Y ahora toca brindar por este día  más día que ninguno.


Brindo por ti , para que aflojes la rienda del corazón y se desboque, que ya le sangra el bocado. 


Brindo por ti que tienes ganas de y no te atreves, para que hagas como de niño, que saltaste desde ese trampolín  gritando  " ¡mira, papa!

Brindo  por esa mujer que sigue  creciendo  esquivando las rutinas y que cuando su hija le dice " papá es raro, verdad mamá?"  contesta " sí hija, papá es muy raro ".

Brindo por ese cura  que a pesar de todo , de él, de su Iglesia y  esos beat@s que les corroen los escrúpulos sigue  creyendo que hay un Dios que  le empuja el columpio de su  vocación.

Brindo por ti, que siempre vas  detrás de lo que sientes. Que palmas  cada dos por tres  y aquí estás.

Brindo por tus tormentas, tus desiertos, tus huracanes. Tus naufragios , los atajos que te llevaron a ninguna parte.

Brindo por tus cornadas, tus cicatrices  y tus blasfemias. Por tus fracasos y tus mentiras.

Brindo porque  no te explicas cómo cantas  aún.

Uno  sabe lo vulnerable que es, lo  fácil que  resulta caer  , sobre todo si uno pone todo lo que hay que poner, sin medida .

A uno le gusta bailar  de verdad y muchas mañanas lo hago . A uno le gusta  beber a morro y sin respirar . Besar  hasta desgastar.  Hablar  sin desmayo y contar historias.   A uno le pasa enamorarse a lo bestia y decir tonterías si a una farola le ponen una falda...

 Y cuando pones tanto en todas esas cosas lo más normal es que salgas corneado , vapuleado, y volteado .

No pasa nada.  La vida es así, ¡chin chin!

Brindo también por las guitarras sin la sexta cuerda. Por los repetidores de curso  que conocen las ventajas insondables de la vergüenza . Por los pecados del  exceso porque el río desbordado termina volviendo a su cauce . Por los escombros de la  parte de atrás del callejón de la madrugada.

Brindo por el tío  sin medallas que no cuentan batallas ni anda tocando los cojones . 


Por las mamás  que zurcen y callan, suspiran y esperan al putón de su niña que vuelve de madrugada  enseñando mollares por las rendijas.  


Hoy brindo por los santos inocentes, los que se parten la cara sin darse un pijo de importancia y a veces se rinden. Y por los que tienen miedo. Y por los que se mueren solos.


Por ti, seas quien seas.




sábado, 17 de agosto de 2024

RECUERDOS DE UN VERANO LEJANO.

No sé por qué  esta noche  soñé  con  las habitaciones y estancias del hostal    Vidaller  , en  Bielsa. Olían a una mezcla de bosque, madera, césped. Al abandonar el hotel podías aspirar durante horas esos aromas.


Los días en Bielsa, en el Valle de Pineta fueron maravillosos. Allí pasamos muchos veranos - normalmente, entre el 15 de julio y 15 de agosto.  


Aún hoy, cierro  los  ojos y esos paisajes  me llevan ahora a los días vividos en los  Valles  de  Pineta  donde en las cunetas y en los prados crece espontáneamente las frambuesas. Donde de noche  las luciérnagas brillaban todavía.   Aunque no me dejaban fumar, en la cafetería del Hostal  Vidaller sisaba paquetes de Winstons. Era un lujo. En fin de aquellos polvos , estos lodos de la fibrosis.  


Hoy basta con tomarte una tostada para ascender a la cima de la nieve más alta sin abandonar mi casa.


Recordar la mujer de un tal Roure, un industrial de Barcelona, propietario de "Rótulos Roure" . Se había separado y vino al pueblo con una tía que había sido Lady España - un título de belleza de entonces.  El primer toples que vi en mi vida, las primeras tetas, digamos que profesionales. Fue en el río Cinca. Se puso a tomar el sol  como una lagartija, y yo me pasé simulando dormir mientras con los ojos entreabiertos  me repasaba a esa mujer y sus curvas.


Un día , el tal Roure pidió a mi padre acompañarnos hasta el Lago Marboré. Eran tres horas de ascensión muy empinada. Me puse detrás de aquel culo  y no paré de admirar ese globo, ese pomelo, esas nalgas. ¡ Qué delicioso día! Ya en el lago ella me ofreció un  cacho de fruta. Y yo - catorce o quince años- me quería morir.  En la bajada casi me declaro, pero algo me dijo que  no estábamos hechos el uno para el otro.


En Bielsa había un excura, le llamaban "El cura Méliz". Se daba un aire a Robert Mitchum. Iba vestido de clériman, sin alzacuellos. Estaba siempre en la terraza del pueblo del  bar Méliz - era  de su familia. Y allí el cabrón se ponía ciego de vermuts y de ligar veraneantes , en especial mujeres  escotadas. Ser frontera con Francia tenía la ventaja de que visitaban el pueblo muchas francesas. El tío, el excura, se ponía a perorar sobre el sacramento de la confesión - tenía un pico de oro- y cuando la gachí ya estaba a tiro, le tocaba la teta, así como un médico de almas, le desabrochaba un botón de la blusa y le decía:


- No tengas miedo, chica, cuéntame tus pecados, que encontrarás la paz. No tengas vergüenza , mujer, que todos somos pecadores y Dios se goza en los que se arrepienten.


¡Vaya pájaro!


¡ Días felices de la adolescencia!  Regalar el aroma del hostal Vidaller a los huéspedes en su despedida como la llave de un recuerdo feliz     que años después    permanece  ahora en este lado de mi madurez.


La memoria y sus cosas obliga a reaccionar con el reflejo del perro de Pavlov . No hay color conmo este que escribo.


Hasta las cumbres incontaminadas del reino de Marboré, las Tres Sorores, Gavarnie , pobladas de sarrios y  vacas que desfilaban ronroneando y tocando las esquilas bajo los abetos, no llegaba el verdadero hedor de la humanidad. 


Hueles también tu propio sudor  cuando te bañas bajo una cascada  helada y vaharadas de  vapor  salen de tu cuerpo caliente, ¡qué olor!


Entre los recuerdos sensoriales que se trae uno de aquellos años en Bielsa , el primer  sudor escalfado de tu sexo aún por hacer , ése que desprendía tu cuerpo, es el más apropiado para explicar la vida de uno.


En esos años se aprende que cuando te quieren , se nota, y cuando no, se siente.




viernes, 16 de agosto de 2024

LA S FIESTAS EN CALDAS DE REYES.

Son fiestas en Caldas de Reis. Huele a feria. Unos caballitos de toda la vida de Dios se plantan al lado del río Umia . Es un paisaje tradicional y antiguo. Lo montan familias nómadas. Sus hijos, pequeñajos, pululan por el pueblo. ¡ Joder, no sois famosos y vais de pueblo en pueblo dándolo todo!

Que sepáis que aquí se os respeta mucho, muchísimo, y que os estoy profundamente agradecido.

Tenéis el olor de mi infancia.

Dicen que el tiempo que ya hemos vivido es el que ya hemos muerto. Y uno ha vivido ese tiempo, ¡ y de qué modo!

Viendo esos caballitos, esa feria , me hizo volver al pasado. Eso es resucitar u poco : ¡Suso, a ti te lo digo!: ¡levántate y anda!".

Echo un vistazo a mi vida de entonces . Ese niño sentado en un caballito del Tíovivo con una sonrisa aventurera que iluminaba la noche , la foto de tu padre tirando al blanco con el ojo guiñando al dar la diana o aquel chico vestido de marinero en su primera comunión, el niño en la plaza del Pilar abrazado por su madre mirando con avidez la vida casi estrenada... todas esas criaturas sucesivas que fuimos una vez, ya se las ha tragado la vida.

Como la película "Los otros" , esas personitas que fuimos ya estamos muertos. La corriente de agua de aquellos días quedó atrás.

Por fortuna seguimos vivos, porque vivir no es sino flotar en la superficie de la vida. hasta llegar al mar, que es el morir.

Pero no todo está perdido. Abre el álbum de fotos de casa de tus padres y elige a ese chaval, a esa cría , que quería cambiar el mundo. Cuando no tenías la tripaza de hoy, o esas patas de gallo que te hacen tan triste.

Cuando eras buena gente, coño.