De todas las historias y situaciones que he pasado en mi vida - tertulias ( piratas y no piratas), viajes, situaciones profesionales, casualidades de encuentros, conferencias, encuentros...las que nacieron improvisadas fueron las mejores. Inolvidables.
Aunque yo creo que los planes no salen bien solo porque surjan en el momento. Los planes salen bien porque hay gente hecha para la fiesta y el cachondeo.
Y hay gente que no, que son como esos que juegan al "pilla pilla" que la persona que la lleva tiene que intentar pillar al que no la lleva, pero todos huyen despavoridos para no "pillar". Hay gente que si te toca, te enhuerta.
En el colegio del Salvador íbamos un grupo a zascandilear por Zaragoza. Macarreábamos mucho. Había uno que se llamaba Monreal que eructaba regüeldos inenarrables , como los gemidos del Espíritu Santo. Y teníamos la costumbre de entrar en el Heraldo de Aragón, llegar a la recepción - allí nos recibía una señora muy dulce y dispuesta- y Monreal soltaba el flato retenido , como una erupción volcánica, y gritaba " ¡¡¡ HERALDO DE ARAGÓN , DIARIO DE LA MAÑANA!!!" ( la frase de cabecera del periódico).
Y nos íbamos. Y pasábamos así toda la tarde , con el Heraldo de Aragón, de tiendas, a ligar, o hacer el ganso.
En Herzegovino- un club juvenil donde viví muchos años- era imposible pasarlo mal. Allí había gente que le gustaba disfrutar y armarla buena. Y en Bauprés lo mismo. Porque allí había personas generosas, entusiastas y que hacen que las cosas fluyan.
Eran tíos que si el plan era chungo, se callaban y no le daban importancia. En Herzegovino, por poner un ejemplo, ibas a planes muy jodidos- un verano de curso de inglés en el Poblado, o en el colegio Turó, y nos adaptábamos y aquello era maravilloso. Cualquiera que haya estado sabe de qué hablo.
Eso sí que no se improvisa, ese ánimo para poner las cosas fáciles. Para compartir, para cantar, para ir a la roca a bañarse en el Pantano y para darlo todo sin vergüenza, sin dobleces y sin quejarse. Cada plan que sale bien tiene detrás a una persona entregada a las cosas bonitas de la vida.
Veo lo que hay ahora - campos de trabajo en Kenia, o en Perú - y es un rollo de pijos caprichosos, de notas piadosos. Niñatos que con la pasta que gastan en el viaje, sumadas a las gafas mojonas, y las zapatillas que son la polla, podrían cubrir los gastos de un año de la tribu que van a ayudar. Chavales con el síndrome del Emperador , con tutores que dan charlitas de pobreza , y que son una mierda pinchada en un palo.
Seguro que leyéndome tenéis alguna idea en la cabeza de personas que encajan con estos perfiles. De los que uno quiere librarse pronto y de los que uno no querría separarse jamás.
Da igual el sitio, para que los planes salgan bien hace falta mucho cariño, mucha amabilidad y esa madurez emocional que es beber, bailar y reírse como si la vida se acabara esta misma noche.
A mí me ponéis en ese equipo. En el de las personas que se abrazan a la jarana y a la alegría. En el de las personas que lo dan todo vayan donde vayan. Pasarlo bien es una actitud. Pasarlo bien es un compromiso con la vida.