Ayer, regresando a casa , paré a comprar pan en un Froiz, una cadena de supermercados de Galicia. Al lado del lugar donde estacioné el coche encontré un hombre hurgando en los contenedores que había fuera. El hombre iba sacando y depositando ordenadamente decenas y decenas de yogures, de packs de leche, de bollería industrial.
Cerca , una moto con el faro roto. Y el tío hablando en voz alta preguntándose cómo llevaría toda es mercancía en una moto.
-¡ Joder!...¿ todo eso estaba en el contenedor? - le pregunté.
- Y eso que todavía no he abierto el otro.
Se llama Constantino. Tiene 54 años. Está de baja permanente por un accidente laboral. Una grúa le dio un golpe cuando estaba en una obra, en un cuarto piso.
Tiene una pensión de 475 euros. Divorciado. Vive solo. Y vive de lo que va recogiendo.
- Los repartidores del Froiz me avisan cuando reponen los super . Los dejan en el contenedor y yo vengo a buscarlos. Son productos que no quieren los Bancos de Alimentos porque caducan ya.
Entré al super, compré pan y dos cervezas , y a la salida nos las tomamos y charlamos.
No hay depredador más omnívoro que nosotros . Con todo y, si es necesario, seremos nuestros propios saprótrofos, descomponedores y carroñeros.
Constantino es de esas personas que la vida le ha llevado a vivir en los márgenes . Esos lugares que, a su manera, resultan cómodos. Allí se establecen : solitarios, tranquilos, anónimos. Nadie puede saber de tu vida si no quieres. Salvo los repartidores del Froiz.
Nadie tiene que recordarte si no le das motivos.
Cuando alguien elige establecerse al margen de la vida, es por una anónima necesidad, aunque más tarde el olvido siempre sea un gustoso antídoto contra las decepciones.
Pero también es difícil mantenerse en esos márgenes: la familia, los amigos, la pareja, los hijos siempre "pasan", por así decirlo. Dejan una huella que va más allá de una soledad buscada y querida.
A Constantino le cuelga ese dolor, y esa ausencia .
Y esa huella no tiene por qué ser buena o mala... simplemente es, existe, nos recuerda quién somos. A ese hombre le da igual todo. Sobrevive. Rehúye todo tipo de vida social, tanto positiva como negativa: no hace caso a intentos de ligoteo, no le afecta ser despreciado. Pasa por la vida como un fantasma, con el único objetivo de cumplir en lo suyo, no hacer demasiado ruido, y quizá lo más inquietante de su comportamiento sea esa sensación de que no le importa, de que podría almacenar toda la basura del Salnés hasta ahogarse en ella.
Me identifico en algo con este hombre. También he estado a puntito de vivir en el margen.
En el corazón de Constantino se alternan recuerdos de épocas más felices, fragmentos de una vida pasada que apenas parece existir, confundiendo la presente, sacando a la luz sus dolorosas cicatrices.
Claro que la vida hace sus planes, como siempre. Y uno , al despedirnos y hacernos esta foto intuye en este hombre la difícil curación de una herida que nunca parece cerrarse.
Cada cual lidia con la culpa como puede, y pocas veces es hablando: es más fácil callar, más cómodo dejarse llevar, caer en el margen y recoger yogures a punto de caducar.
Hay veces que un corazón siempre estará roto, y es humano no poder aguantarlo. Aunque compartirlo pueda ser un correcto camino para curarlo.
No sabemos por qué, pero qué más da. El caso es que en la foto estás con Jesús. No sabemos que papel jugó Constantino (no el romano sinó el de la foto) en su situación; pero fuera cual fuera ese papel, el rostro de la foto es el rostro de Jesús. Y en mi desvarío herético, me atrevo a decir que es el rostro de Dios expresado con el nombre que se le asigne en cualquiera de las creencias humanas. Si creemos en la eucaristía porque Jesús dijo que el pan sería su carne y el vino su sangre, ¿por qué no creer en está otra eucaristía cuando dijo que cuando li hiciéramos algo a algún ser humano a él se lo hacíamos? ¿Por qué una sí, y la otra... bueno... no tanto...?
ResponderEliminarPara todos los que creéis que Jesús es Dios, recordad que se cascó mucho la voz hablando de que las prostitutas entrarían en el cielo antes que ciertos personajes; tampoco dijo que esos personajes no iban a entrar! El Dios de verdad está metido en todas esas maneras en que los humanos le adoramos torpemente, y además de adorarle, algunos se atreven a explicarle osadamente (tenemos ganas de explicar cómo es aquello que amamos tanto, aunque metamos la pata explicándolo). Pero sólo sabemos seguro cómo es y dónde está cuando miramos a Constantino.
La culpa es solo una curva de la carretera en Dios y la conciencia; y hay ingenieros muy buenos, aquí y Allá.
PRISCILIANO
200% de acuerdo con el comentario, Prisciliano. Y cuanta gente de los Boston Celtics no entiende nada de nada de todo esto... Jesús está mucho más ahí que tras una hoja de normas donde poner cruces diariamente... ¡Que pena!
EliminarFantástico comentario.
EliminarMe declaro priscilianense
Está muy bien que lo llamen cuando van a tirar comida. Estaría mejor que se la diesen en alguna caja preprada para la ocasión y no tuviese que pasar la humillación de buscarla en un container de basura.
ResponderEliminarQuizá haya alguna estupida ley promulgada por los padres de la patria que harían responsable a Froiz si Constantino se comiese un yogur caducado y le pasase algo.
Si se la diesen en una caja preparada para lo ocasión no hubiera tenido la oportunidad de encontarse con Suso. Y no habría entrada sobre Constantino hoy. Quizás nunca...
EliminarEl otro día bajé a tirar la basura. Iba enmimismado en mis pensamientos.
EliminarCuando llegué al contenedor, tiré la basura y las llaves de casa (sin darme cuenta).
Me di cuenta al llegar a casa, no pude abrir, así que tuve que meterme en el contenedor a encontrar las llaves.
Una experiencia muy desagradable y humillante, la gente te mira.
Nadie me invitó a una birra ni me dieron limosna. Solo me miraban raro. Eso que iba con pantalones de deporte y camisetilla de tirantes, de esas de antes.
Eso que iba con pantalones de deporte y camisetilla de tirantes, de esas de antes...¿ cómo le extraña que le miren mal ?, sólo le faltaba llevar una gorra de Piensos Biona.
EliminarEres muy grande Suso. No cambien nunca, por favor.
ResponderEliminarFdo. ex bético, ahora sevillista
La verdad es que en ningún momento se me pasó por la cabeza que Constantino fuese imagen de Jesús. No fue esa razón de que charláramos. Sencillamente, fue curiosidad, o esa atracción que tengo por el lumpen, o yo que sé qué.
ResponderEliminarAunque no dudo de que sea así. Una vez uno- Xabier Wiechers, el ser humano que me llevó a Guatemala, un santo - me dijo " cuando das una limosna no te preocupes si el que la recibe es un mangante, te engaña, o te ha mentido: te puedes equivocar de pobre, pero el corazón que da no se equivoca".
Con ese criterio he actuado siempre. Y no me ha ido mal.
Excelente entrada. Considero que la noción de margen es relativa puesto que margen se dice del desplazamiento desde un centro también relativo. Todos los que estuvimos un buen puñado de años en el OD al salir nos hospedamos en el margen en lo social, lo laboral, lo económico e, incluso, en muchos casos en lo familiar. Remontar esas situaciones no implica abandonar la marginalidad, ni abrazar un centro, aunque hay quien lo ha hecho. Siguiendo a Prisciliano, no sé si fuimos Jesús en algún momento, pero estuvimos más cerca de Jesús que cuando quisimos ser Jesús. Cuando escribes de Constantino me parece que escribes también sobre quienes tuvimos esa experiencia, quizás sin llegar a ese extremo aunque alguno se instaló en ese extremo, quizás lo experimentamos de otro modo pero coincidiendo en lo fundamental. Habitamos el margen para siempre porque perdimos el centro sin importar qué pensamos sobre ese centro, sin importar ni siquiera que ese centro fuera un centro verdadero porque fue verdadero para muchos durante mucho tiempo. Me veo en Constantino aunque las taras sean otras, a lo mejor más profundas y lacerantes por invisibles e impalpables, sin Froiz que me abastezca. Lo interesante es que la marginalidad termina por transformarse en centro para uno aunque no lo sea para los demás.
ResponderEliminarUn comentario canela fina. Gracias.
EliminarHola Suso, ¿Por qué dices que estuviste a puntito de vivir en el margen?
ResponderEliminarBuen fin de semana
Pétalos de rosa
Varias veces la veleidosa Fortuna me ha puesto muy cerca de los márgenes de la vida.
EliminarUna, ya la escribí, cuando iba a repetir y me expulsaban de los jesuitas. La que fui a diario al Pilar pidiendo un milagro. Mi padre allí me profetizó " eres carne de cárcel". Recuerdo que no veía manera de terminar nada, de hacer nada.
Se quedó de piedra. Me miró y me dijo " no mientas más", y se fue. Me mandó a la mierda.
Me quedé en tierra de nadie. Y me fui a Fátima. Y allí vi que si no me sacaban de esa, me iba a la mismísima mierda. Milagrosamente, todo se encauzó.
Y otra fue al llegar a Guatemala. Sin saberlo, llegué al hotel con dos días de antelación. Nadie me esperaba. La persona con la que había quedado venía de México y no contestaba ni teléfono, ni correo. Lo había dejado todo por ir allí. No sabía dónde ir. Fueron dos días horribles. La sensación de estar en ninguna parte.
Ahora comprendo
EliminarPétalos de rosa
Buenísima entrada. Aplauso para Suso y para los reponedores del Froiz admiración total!!!
ResponderEliminarSanyi: con ese atuendo, triunfas fijo en el Mercadona de 7 a 8 incluso sin piña.
ResponderEliminarSoy un sex-symbol.
ResponderEliminarSimplemente ese día había desconectado la electricidad para arreglar la caldera.
El container estaba situado frente a un hotel de cinco estrellas, donde suelo ir a desayunar o comer. El valet me conoce, así que me roció con Eau Savage al terminar la operación.
Menos mal, porque subí con la vecina del tercero al terminar la operación. Creo que no me reconoció.
«Cuando alguien elige establecerse al margen de la vida, es por una anónima necesidad, aunque más tarde el olvido siempre sea un gustoso antídoto contra las decepciones.»
ResponderEliminarGracias por esta frase. Es de las que vuelan al diario.
Gracias a usted por señalar.
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