viernes, 9 de agosto de 2024

UNA HISTORIA MUY TRISTE.

Creo que fue la primera vez que vi un accidente de tráfico mortal y que fui testigo cercano de una muerte. 


Ya escribí que la primera vez que me enfrenté al descubrimiento de la muerte fue a los ocho años. 


Había fallecido un sacerdote jesuita en el colegio. Han pasado más de cincuenta años y recuerdo su nombre: el padre Celma.


Un hermano, apellidado Urdániz, nos llevó a rezar a una pequeña capilla donde estaba el cadáver en cuerpo presente. También recuerdo a Urdániz, aunque por otras razones: era un hombre alto, enjuto, de pelo hirsuto, de cepillo, voz atiplada, y con aires pederastas. Le gustaba sobar culetes de niños. 


Celma, el muerto, estaba revestido de sacerdote con un alba y sobrepelliz. 


Yo estaba justamente en el perfil de su nariz. El cura estaba serio, con la boca cerrada, los párpados cerrados, las manos , como de cera, sobre el vientre. Tenía un color rosáceo. Lo de "serio" no lo escribo en coña. A mi es lo que más me impresionó. Los muertos son gente muy seria. Allí, el tío, sin decir ni mú.


Como digo,  su perfil estaba muy cerca de mi. Tan cerca, que sin venir a cuento, apreté con el dedo índice la boca del fiambre. 


¡ Y se abrió!. Se le puso cara a Celma de " ¡ ayváááá!", como un pez.  Del interior de sus mofletes asomó un algodón blanco que a mi, la verdad, es lo que más me impresionó.


Urdániz dirigía unas avemarías, despistado y piadoso. Cuando vio a Celma  bocaneando  vino  a nuestra fila, nos metió unos soplamocos , y nos hizo salir  a escape.


Pero esto que cuento hoy fue también en Zaragoza. Yo tendría veinte años. Estaba en el Colegio Mayor Miraflores, de paso. Había ido a visitar a mis padres y entonces , que era muy  del  Boca Juniors, cuando iba a Zaragoza no dormía con mi "familia de sangre", no era de bue espíritu.


Debían de ser cerca de la ocho de la tarde. Yo iba a entrar en el Colegio Mayor y escucho unos gritos advirtiendo a un autobús que parase - pegaban en la carrocería puñetazos. Estaba dando marcha atrás. Pasaba gente  por el paso de cebra . Parece que el chófer no escuchó los golpes , ni los gritos. Una señora cayó al suelo al darle la trasera del  autobús Y , horrorizado, vi como  , literalmente, la aplastaba partiéndola en dos. 


Cuando el chófer bajó y vio lo que había hecho , enloqueció. Fue una escena espeluznante, sobrecogedora. Era portugués, y el hombre se daba cabezazos a la carrocería del bus, dando unos chillidos de dolor que rompían el alma. 


La señora estaba en frente de mi. Apenas me atreví a ver más de lo que presencié . Estaba horrorizado viendo aquellos restos destrozados.  Pienso que no le dio tiempo ni a darse cuenta  de lo sucedido. Marché de allí, roto y  en estado de shock. Y  no entendía cómo había espectadores repasando las escenas de dolor que allí se veían  una y otra vez con insaciable apetito. 


Pero también  hubo personas que asistían a las escenas con temor reverencial, con miedo y humildad. Y quizás con amor también, porque la muerte había irrumpido en la realidad de cada uno de nosotros con su luz, que, aunque terrible, iluminaba el aire. De alguna manera, aquella luz borraba la rutina, la mediocridad, y lo envolvía todo, aunque fuera durante unos minutos, sólo una hora, distinto, renovado paradójicamente, y más misterioso.


Estuve varios días durmiendo mal  recordando esa escena. Y rezando. No tanto por esa mujer, como por el chófer. No se me iba de la cabeza esa locura, ese dolor desatado que, con toda seguridad,  marcará su biografía de por vida, dándole una memoria ácida  y trágica del que ya no tiene nada que perder.


Unas horas después apareció un familiar. Desde mi habitación  le oía llorar " ¡has muerto como una perra, has muerto como una perra!".


Por la noche recogieron sus restos con unas palas. Todas esas escenas han venido conmigo hasta hoy. La vida es triste a veces . Muy triste. Y , entonces, cuesta mucho entender.


Dicen que ese último grito que Dio Jesús en la Cruz resume todo ese dolor absurdo y sinsentido de la humanidad.  No sé...

 




9 comentarios:

  1. Acabo de leer la entrada del inodoro y el neceser. Es un descojone. Entiendo que el protagonista tiene un primer apellido que termina con la letra "l" (con la ele, quiero decir). Me equivoco?

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  2. ¡Qué buenas descripciones de la muerte! Da para un corto. Dos escenas bien trabajadas; la de los niños con el cuerpo presente, y la del atropello. No es broma. Un cortometraje sobre la muerte y los sentimientos que acompañan a quien la percibe tan lleno de vida y de miedos. Quizá un día te pida los derechos de la historia. Yo llevo un curso en que las balas silban fregando mi piel; varios compañeros de mi edad han muerto, o han empezado a sufrir enfermedades de mal pronóstico. A veces pienso por qué algo tan seguro tiene que ser tan triste, pero no le veo demasiada solución; aunque uno se lo tome bien, ¿cómo evitar el dolor de los que te quieren? Intento pensar como lo haré cuando me llegue si me avisa con tiempo; como conseguiré que sea, para los que me quieren, una despedida donde no se les borre la alegría profunda. Yo, en frío, no le tengo miedo. Pienso en el nacer, tan bello, tan lleno de luz, y pienso que el morir no debe traicionar al nacer. La muerte es un paso más y en ella debe de hacerse presente un derroche de alegría y agradecimiento que contagie a todos, que sea más fuerte que cualquier sombra. Veré como va. No me queda mucho, el tiempo vuela!
    PRISCILIANO

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    1. Vuela para todos.

      Y es verdad, el morimiento será otro nacimiento.

      Abrazo.

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  3. Font, Fort, Rocabert, Petit... uf, no sé...

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  4. Le animo a que escriba libros. Lo ha expuesto con viveza y bella prosa. No es coña.

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    1. Gracias. Tengo alguno empezado, pero canseme.
      Uno va del Gallo de la Pasión. La leyenda, que inventé , dice que era inmortal por haber sido un instrumento de la Pasión cuento las peripecias desde que estaba con san Pedro , que acabó harto de él, y su viaje de aquí para allá, cada vez más viejo y desplumado - cada propietario le arranca una pluma como reliquia... hasta llegar a nuestros días.
      Termina hablando ( mil años da para mucho).
      Pero yo también terminé harto del Gallo de la Pasión.
      Lo tengo dormido.

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    2. Jajajaja. Bueno, ojalá se despierte.

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