UNA CONFESIÓN .

El viernes fui a confesarme a Caldas de Reis. Es un sacerdote con el que tengo mucho trato.  Un hombre bueno, un cura que se toma muy en serio la santidad.  Le bromeo muchas veces diciéndole que su verdadera vocación es la de ermitaño. Es discreto, humilde, sencillo, introvertido. Un alma de oración. 

También tiene un humor muy socarrón - se da bastante en Galicia ese tipo de persona. 

Descubrió tarde su vocación, es economista. Después de terminar la carrera decide el hombre ordenarse sacerdote y vivir la aventura de la santidad en un mundo acechado por el pecado. En Caldas uno tiene la impresión - como me sucede con otros sacerdotes del rural- que deberá enfrentarse a la soledad, a la incomprensión, a las dudas, a la enfermedad. 

Y este hombre lo hace de una manera maravillosa.

Hace ya casi dos años y medio que le conozco. Muchas veces le he insistido en que deje abierta durante todo el día  la iglesia de Caldas , entre otras razones porque a uno, cuando sale del gimnasio, le gustaría hacer una visita. Además, es una de las etapas del Camino de Santiago francés, y allí descansan muchos peregrinos. Pero me decía que no se fiaba. Pensaba que tantas horas abierta facilitaría que se robase y, además,  tenía la idea de que muy pocos peregrinos visitarían  al Santísimo, o entrarían a rezar.

Este verano decidió abrir la iglesia , está dedicada a santo Tomás Becket, y me dio las  gracias. " No sabes cuántos peregrinos entran a rezar, a hacer una visita, o me piden una bendición, o se confiesan. De verdad, no te exagero si te digo que tengo la impresión de estar en un centro de espiritualidad como si fuese Fátima, Lurdes, Guadalupe...¡pasa tanta gente, y de tantas nacionalidades y culturas diferentes!". 

El hombre no sale de su asombro.

La verdad es que sí, Caldas es un río de personas camino de Santiago, cada uno con sus razones y motivos.

Pero, a lo que iba. La confesión. Y le confesé de un asunto que arrastro de hace tiempo. Vosotros sabéis de quién hablo.  Y es que no trago al Papa, ni triturado, ni en sonda. No puedo con él. Y  eso me duele. Pero, joder, es algo que me supera y sé que no está bien. 

El sacerdote me oyó , ya me conoce y sabe de qué pie cojeo. Y al terminar de escuchar mis pecadotes va y suelta: 

- Mira, la plaza de Papa ya está cogida. Y la de Obispo. Y la de muchas personas con responsabilidades . Y son ellos los que deben responder, los que deben actuar según su compromiso, su conciencia, fidelidad, y honradez. Les toca a ellos. Y a nosotros nos toca otro lugar, y desde ese lugar debemos actuar.

Y cuando le estaba escuchando eso de "a nosotros nos toca otro lugar" pensé " joder, Suso, te está llamando gilipollas, que es el lugar que me ha tocado, el de cortito con sifón, el de pardillo". Y  es verdad , " la plaza de Papa ya está ocupada", así que deja de hacer el gilipollas". 

Hay muchas maneras de poner a una persona en su sitio sin ofenderla, y esta es una. Y cuando salí de allí me dije " esta la escribo en el Barullo".