Los miedos cambian con los años. De ectoplasma en ectoplasma, de pesadilla en pesadilla, maduramos. De niño me aterrorizaba la habitación a oscuras y pedía a mi madre que dejase la luz del pasillo encendida. No sé exactamente a qué tenía miedo. A que entraran en mi cuarto y me matasen. Siempre fui un niño con miedos. Sobre todo a mi mismo. Me veía como un algo capaz de cualquier cosa, ninguna buena. Me hice mayor. Otros monstruos me quitaron el sueño. Mi pasado infiel que regresa en forma de mujer. O esa pesadilla recurrente de que me falta una asignatura para terminar la carrera. O de Director de san Miguel que te dice "si tienes un momento". O que me sacudo la minga después de mear y veo, horrorizado, que se me cae al suelo. O de chaval acostándose con X , una señora madura, vecina del segundo, que fue mi particular sueño erótico.
Tengo pavor a que las personas que amo, y que me aman, sufran. Intuyo que, otra vez, no sabré estar a la altura.
Estar acojonado es un derecho. Me acongojan los valientes. Los echados para adelante. Me abrazo a la almohada y me tapo los ojos cuando pienso en según qué cosas por la noche. Temo a que pete el sistema y me quede en la puta calle y a la última canasta cuando suena la bocina. Temo a la muerte de María José. Temo a hacerme viejo y no valerme por mí mismo. Temo al abandono. Temo al Alzheimer, al mío. Temo las torpezas propias. Temo a los que hablan de sí mismos en tercera persona. Temo a los que dicen ser muy sinceros. Me acojonan mucho los que tienen una fe inconmovible y son muy piadosos. Quizá la vida es una coreografía de terrores. Un camino marcado por los miedos, las inseguridades, el dictado de sombras.
Parece que avanzáramos, no en la búsqueda, sino en la huida. Pasa que en la vida no se puede quedar la luz encendida para espantar a las tinieblas.
¡Joder, en pleno día también nos persiguen los monstruos! Soy como la mujer de Lot- todos pensaban que le mató la curiosidad- cuando , en realidad, se giró para ver arder , por última vez, el corazón que más amaba. Tengo un pasado lleno de pavesas que amé.
Quiero mi ración de nube de algodón.
Es cierto que con la edad se desbloquean miedos. Miedos en los que antes no pensabas. Yo ahora le tengo pavor a vivir una guerra. Eso tiene que ser espantoso. A no valerme. A que en el momento de morirme esté completamente sola (jamás lo había pensado, pero hubo un acontecimiento cercano). Habrá que confiar...
ResponderEliminarLos que más miedo me dan son los que dan por descontado que Dios está de su parte.
McC
Usted agárrese donde pueda y a nadar a esta la orilla. No se arrugue . No está sola.
ResponderEliminarReproduzco tus temores ... incluso con frecuencia duermo con la luz encendida ... no del pasillo, sino de mi cuarto... y miro debajo de la cama antes de entrar en el sobre.
ResponderEliminarTambién me aconsejan lis valientes ... con frecuencia no les creo.
Pero ten la seguridad de que en este breve teatrillo de la vida sobrevuela un Dios que es padre y nos quiere.
Estoy convencido de ello. Me da que a Dios hay un tipo de miedica que le hace mucha gracia.
ResponderEliminarLeída antología Jan Twardowski - deberes pendientes, con retraso. Línea de flotación en condiciones, gracias por la recomendación. Y al leer la entrada, doble agradecimiento.
ResponderEliminarDe nada. Jan es un gigante.
EliminarDe Jan sin estos versos que vienen como anillo al dedo a la entrada.
EliminarSentí miedo. La vista me falla: ya no seré capaz de leer;
pierdo la memoria: ya no seré capaz de escribir;
temblé como el redil zarandeado por el viento.
Dios Te lo pague, Señor, porque me ofreció su pata
el perro que ni lee libros ni escribe poemas
No hace falta rehuir el miedo, ni mirarlo de reojo. Mejor sentir ese miedo desacomplejadamente, temblar ese miedo. Y entonces, curiosamente el miedo se hace más llevadero y finalmente desaparece.
ResponderEliminarTambién es frecuente el miedo a que vean tu miedo.
ResponderEliminarSobretodo durante la adolescencia y la juventud, tener miedo a que los demás le vean a uno y digan "míralo, es un tímido, que pena da".
O miedo a tomarse una copa solo en un bar y que te vean y digan "míralo, no ha sido capaz de ligar, que pena".
Yo creo que lo mismo que con la edad se desbloquean miedos, también hay otros que se superan.
EliminarYo ya no tengo miedo al ridículo, ni a lo que puedan pensar de mí y de mi aspecto, y antes me paralizaba.
Pero nada de nada.
Como siga progresando más, voy a acabar siendo como una de esas viejecitas que se cuelan en la cola del super, con toda su cara.
McC
Yo, la pesadilla con la directora de San Miguel, o con la del curso anual, o con el anuncio de cambio de centro la he tenido un montón de veces. Al principio, cuando me fui, era constante. Durante dos o tres años. Luego solo de vez en cuando. Creo que ese es mi más grande miedo: que Dios me vuelva a pedir que me meta futbolista otra vez. Pero ya me dijo El hace tiempo que siempre podía decir que no. Que era libre. Eso me dio más confianza, ves?
ResponderEliminarMiedo al futuro lo tengo si dejo que el futuro entre a saco en mi cabeza. Así que cuando lo veo venir le saludo y le dejo pasar de largo. Me gusta saber que en el presente, donde solo sé conjeturas del futuro, estoy aún bien, segura, amada, y amante. Eso me lo da, como dice Modestino, la seguridad de que Dios es mi padre, y padre bueno de verdad.
Quien no admiró y envidió a esos héroes,del comic, Roberto Alcazar y Pedrín, tan intrépidos y sin miedo a nada. Repartían "jarabe de palo", allí donde iban.
ResponderEliminarroberto alcazar que recuerdos! investigando misterios y repartiendo sopapos, recuerdo sus expresiones "duro con el calvo! yo te daré jarabe de palo! ven acá que te arreo!
EliminarMiedo al miedo; a nada más.
ResponderEliminarMe identifico.
ResponderEliminarDespués de sufrir el ictus, a parte de las secuelas físicas (que por suerte no fueron muchas), sufrí unas secuelas invisibles a ojos de los demás que consistían (consisten aun a veces) en "miedos"; miedo a todo lo que tiene alguna posibilidad, ni que sea remota de suceder. Lo identifiqué como un transtorno obsesivo compulsivo que me hacía sobredimensionar esos riesgos como si fueran sucesos muy probables cuando eran muy remotos o por lo menos remotos. Y aunque no sean tan remotos, como están fuera de mi control, vivir temiéndolos es un TOC. Comprender que era un TOC me ayudó, me ayuda a superarlo; cuando llega el miedo, no le hago caso, le digo algo así como: "eres mi toc y no te pienso hacer caso; no tienes base razonable, eres falso y tóxico". Luego me pongo a tomar el Sol en el balcón con una copa de vino y unos mejillones en escabeche y me pongo en YouTube, por ejemplo, "Río de Camalotes" versionada por Las Cullen. Río de Camalotes habla del Paraná, de su marcha lenta rumbo pa'l mar, de sus raíces negras, sus patas de barro, su mamotreto de hojas, sus aguas verdes y oscuras, su fuerza silenciosa, tal como es la vida. Y todos los miedos se van. Y ya si me pongo a cantarla con la guitarra, entro en éxtasis.
PRISCILIANO
Que no se detenga
EliminarTu marcha lenta rumbo p'al mar
Es tan semejante
A nuestro delirio, a la soledad
Que te empuje el viento
Mi pensamiento o el temporal
Fuera de la orilla
Tu camarilla, camalotal
Gracias, Prisci. Un temazo que llega muy dentro.
Supongo que cuando llegue el día le dará las gracias al buen Dios por ese ictus que, intuyo, le salvó de muchas cosas.
Pues sí. Me salvó. Fue un don; sin duda.
EliminarEsto a mucha gente no se lo puedo explicar; no lo entenderían, y no les puedo hablar de lo que por suerte alejó de mi vida ese bendito ictus.
Se llevo también gran parte de mi habilidad para las canciones, pero la estoy recuperando; aunque he aprendido la lección y sólo canto en casita o con mis amigos; puede que en parte el ictus viniera de excesos en todo lo que rodeaba a los conciertos en los que a pesar de mi edad avanzada estaba empezando a meterme.
Pero fue un don. Lo que me pasó se parece un poco a la peli "A propósito de Henry".
PRISCILIANO
Yo también tengo muchos miedos, como todos. Mi padre siempre me decía que era peor pensarlo que pasarlo. Y es verdad. La imaginación con todas sus posibilidades nos plantea cosas espantosas... Peor pensarlo que pasarlo.
ResponderEliminarA mí me daba mucho miedo saltar desde la roca del pantano de Tc, pero mucho miedo es mucho miedo (un acojone muy principal). Sin embargo, como no quería que pensarais que era un gallina me tiraba desde el primer nivel de la roca (había 5 o 6 niveles). Lanzarse desde el nivel 1 de la roca era el mínimo para no ser visto como un gallina...
ResponderEliminarCat
A veces esos miedos son muy específicos, el fuerte del grupo, ese que iba a clases de boxeo, se ponía rojo y le temblaba la voz ante una chica.
ResponderEliminarLe asustaban más las mujeres que los mamporros
Lo de la roca del pantano de Tc... sin comentarios... como solía decirse: corramos un tupido velo.
ResponderEliminarHay un comentario no publicado que se queja de que no comente nada de un asunto. ¿Usted quién es para decirme a mi lo que debo o no debo escribir?
ResponderEliminarNo fotis que continúan los moyistas insistiendo con los Estatutos.
ResponderEliminarMiedo a sacar un pie fuera de la cama en la noche, fuera de la extensión del colchón donde alguna mano pueda agarrarlo o acariciarlo o algo peor. Ese pie al aire frío es un contacto con algo vivo a esas horas tétricas de la noche. A eso de las tres.
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