lunes, 9 de mayo de 2022

UN SEXSHOP.

Una vez entré en un sexhop.  Pasaba todos los días delante de uno en sant Cugat. Tenía ganas de ver qué era aquello, qué artilugios vendían, qué  hemos inventado las personas humanas para....para...¿follar?,  ¿pasarlo bien?


Los estantes estaban repletos de pollas de goma, geles, esposas de peluche. Un maniquí posaba con lencería negra y máscara de gato. Llevaba una fusta en una mano. La otra mano ortopédicamente apoyada en la cadera. A uno le daba la impresión de que no están esos muñecos preparados para tanta sensualidad. Asomaban sus pechos de fibra de vidrio por el escote de un batín de gasa. El encaje de un liguero bajo su ombligo artificial. También había lubricantes, o algo así. 


Se me acercó una chica. Tenía pinta de mujer dulce, como de haber estudiado en La Vall. Yo estaba mirando un tubo.


- ¿Le puedo ayudar en algo?


Y contesté lo típico de pardal que no ha pisado nunca un sitio así. Intenté poner cara de tío que " nada, estaba mirando".


- Eso es  un producto para lubricar el ano. El  esfínter no lubrica y para que no duela necesitaremos una buena lubricación. Además podrás comprar lubricantes para sexo anal más baratos en esta balda,  que te ayuden a relajar y a dilatar el ano.


Al oír esa explicación, tan pedagógica, mi ojete se apretó sobre sí mismo de un modo involuntario. Soy virgen de ano y no estoy acostumbrado a que una  mujer, casi una adolescente, me hable así.


Al salir de allí me preguntaba  ¿quién comprará esas prendas ? ¿Quién tendrá ganas de azotar suavemente el culo de su amante, maullando, mojando los dedos dentro de  una copa de Baileys y dándoselos a lamer , llenando la habitación de jadeos, gimnasia de orificios y crujidos del tapiflex? 


Me cuesta creer que  ese  extravagante polvo sea algo divertido . Nunca he encontrado una mujer que le gustasen esas cosas. Hacerlo así, disfrazados de gatos, o ladrando como perros, o ponerte patas arriba con los pies mirando al techo celebrando que estamos vivos. 


Hay jóvenes de ochenta años y viejos hermosamente inmaduros. Prefiero vivir una sexualidad , digamos que normalita. Si es que existe eso. Volver a la normalidad es seguir siendo tan frágiles como fuimos. Tan ridículos y entusiastas.  


Envejecer sin perder la esperanza.  Siempre virgen de ano.



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