viernes, 30 de septiembre de 2022

LA FIESTA DE LOS ABUELOS.

Cuando era profesor organicé y disfruté de muchas fiestas de los abuelos.  Vi a muchos niños recitando una poesía a sus abuelos, y  ellos llorando a moco tendido. La poesía era una gilipollez muy principal, y una cursilada de tomo y lomo. Recuerdo que uno de los abuelos era un  cirujano plástico muy afamado, cuya mejor obra fue ponerle las tetas a su mujer, casi anciana. En el colegio a la señora la llamaban " El milagro", porque es que apareció de la noche a la mañana hipermástica  total.


Yo creo que se le fue la mano al doctor, o sus deseos ocultos.


Al niño rapsoda le temblaba la voz, y dudaba en algún verso , y los altavoces se estreñían con los agudos. No hay camino más rápido a la felicidad que una fiesta de los abuelos. El que lo inventó era un genio, porque tenéis que saber que un tanto por ciento elevadísimo de las matrículas de ciertos colegios los pagan los abuelos.  Ese es el cliente que hay que tener satisfecho.


¡ Y es tan fácil!. A los abuelos, sobre todo si el nieto se le parece, o sea si es listo y guapo,  se les encandila con una canción, una poesía, o un algo cursi.


Unas bombillas en el estrado, un pasillo de entrada al salón de actos  con dibujos de sus nietos, canciones corales con un profesor entregado...


El amor huele a afterhave de anciano con pelo de ala de paloma, y a perfume de cacatúa . Pero en esos críos sobrevivirá la niñez que no se apaga. 


En todas las fiestas de los abuelos hay señores con pinta de preconstitucionales, calvos, con bigote, y malencarados. Y señoras con arrugas y rostros de santa. También he encontrado a señores que sudan con una camisa rosa y corbata, y que es el segundo marido de una abuela que ha mandado a la mierda al marido cuando el nido quedó vacío. También  hay mujeres que ríen descojonándose y no sabes de qué, o de quién. 


La vida pasa por esa gente como el Correcaminos delante del Coyote con los cubiertos en la mano , la trampa preparada, y esa cara de " ¿ pero qué ha pasado?". También sobre esos abuelos, y esos niños, pasa la vida. 


Aplausos, alegría, emoción, alguna lagrimilla recordando...me cruzaba con esos niños al terminar la fiesta, y me veía a mi a esa edad. Sólo que yo no tuve fiesta de los abuelos. Eso en mi época eran gilipolleces.  Yo, en una fiesta así, probablemente, me fijase en alguna profesora guapa, o en algún culo que pasase por allí


Pero en esa fiesta de los abuelos quedará atrapada su infancia, como insectos en el ámbar.  




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