viernes, 29 de abril de 2022

ELOGIO DE LA LECTURA Y DE LO IMPOSIBLE.

Le debo muchísimo a las colecciones de editorial Bruguera . Estaban ilustradas cada dos páginas. Eran títulos de lo mejor de la novela universal: maravillosas horas que sembraron la pasión lectora que tuve años después.


Junto a ellas , me sumergí en Guillermo el travieso, los Cinco, los Hollister. No soy el que soy sin esas lecturas. También me empapaba de una revista misionera que se llamaba Agiluchos, que recibíamos en el colegio.  Había una sección de cuentos e historias que me gustaban mucho. ¡ Ser misionero!.


Soñaba con esas historias. Y sentía una norma interior, y era  que las moralejas no puedan ser discutidas. Allí se subrayaba ideas como no mentir, no robar, no hacer daño y,  sobre todo para mi, dar la vida por un ideal, y por alguien.


Hoy, me temo , eso suena a gilipollez.


Esas historias enseñaban  que la complejidad de las cosas tiende a desbordar cualquier explicación simple que pretenda encajonar la realidad. Las  cosas se complican, la gente se enamora, se odia, tiene envidia. 


Y luego hay personas que te enseñan a interpretar. Como ese cura que nos dijo que la moraleja de la historia del pastor que anuncia la llegada de los lobos por tres veces, era que  nunca vivas en un sitio donde los lobos anden sueltos, y no sólo eso tan manido de que no había que mentir. 


El cura, un jesuita, decía que todos sabemos que a veces no sólo es bueno mentir, sino que es necesario.


 Y, a continuación, nos ponía  ejemplos de cómo  de unas cuantas buenas historias cuyos protagonistas mentían.


Claro, después uno mentía, y robaba , porque robar hasta cierta cantidad era pecado venial, y si era venial...¡pues a sisar!


En uno de esos cuentos de Aguiluchos leí una historia de un niño que entrega su vida junto al del misionero que le daba catequesis. El chaval podía renegar de su fe, o huir, y decide correr su misma suerte recordando la frase que el sacerdote  le dijo un día "desleal es aquel que se despide cuando el camino se oscurece". 


¡ Cómo lloré con esa historia!


Después, ya de profesor , renegué de esos cuentos políticamente correctos . Y me quedé con Roald Dhal, ¡ gloria eterna a Roald!


Como consecuencia, de esa educación tan agilipollada saldrán algunos especímenes humanos como los de aquella tribu pacifista en cuyo vocabulario no existía la palabra «enemigo» y al desconocido lo llamaban «amigo al que no conocemos», que vivieron poco tiempo porque los mataron a todos enseguida.


Después , en la vida de uno esos grandes ideales de vida cayeron como castillos de naipes. Pero puedo decir que lo intenté. 




1 comentario:

  1. Aguiluchos, de los misioneros combonianos de Daniel Comboni. Me encantaba!

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