sábado, 16 de abril de 2022

MI RACIÓN DE NUBE DE ALGODÓN.

Los miedos cambian con los años. De ectoplasma en ectoplasma, de pesadilla en pesadilla, maduramos. De niño me aterrorizaba la habitación a oscuras y pedía a mi madre que dejase la luz del pasillo encendida. No sé exactamente a qué tenía miedo. A que entraran en mi habitación y me matasen. Siempre fui un niño con miedos. Me veía a mí mismo como un algo capaz de cualquier cosa, ninguna buena. Me hice mayor. Otros monstruos me quitaron el sueño. Mi pasado infiel que regresa en forma de mujer.  O esa pesadilla recurrente de que me falta una asignatura para terminar la carrera. O de Director Numerario que te dice "si tienes un momento".  O que me sacudo la minga después de mear y veo, horrorizado, que se me cae al suelo. O de chaval acostándose con la Mendicuti, una señora madura, vecina del segundo,  que fue mi particular sueño erótico. 


Tengo pavor a que las personas que amo, y que me aman, sufran. Intuyo que, otra vez, no sabré estar a la altura. 


Estar acojonado es un derecho. Me acongojan los valientes. Los echados para adelante. Me abrazo a la almohada y me tapo los ojos cuando `pienso en según qué cosas por la noche. Temo a que pete el sistema y me quede en la puta calle  y a la última canasta cuando suena la bocina. Temo a la muerte de María José. Temo a hacerme viejo y no valerme por mí mismo. Temo al abandono. Temo al Alzheimer, al mío. Temo las torpezas propias. Temo a los que hablan de sí mismos en tercera persona. Temo a los que dicen ser muy sinceros. Me acojonan mucho los que tienen una fe inconmovible y son muy piadosos. Quizá la vida es una coreografía de terrores. Un camino marcado por los miedos, las inseguridades, el dictado de sombras. 


Parece que avanzáramos, no en la búsqueda, sino en la huida. Pasa que en la vida no se puede quedar la luz encendida para espantar a las tinieblas.


 ¡Joder, en pleno día también nos persiguen los monstruos!. Tengo sesenta y cuatro tacos. Parecen pocos pero ya digo «en mis tiempos» como John Wayne , achinando los ojos.


Quiero mi ración de nube de algodón.



1 comentario:

  1. Citas como ejemplo de uno de tus temores: el Director Numerario que te dice "si tienes un momento". ¿En serio? Pero si eran una muestra de amor, una manifestación de cariño y confianza.

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