sábado, 12 de marzo de 2022

UNA VISITA QUE VALE LA PENA.

Una vez visité la colegiata de San Pedro de Cervatos en Cantabria donde pueden verse en sus muros un buen repertorio de escenas eróticas, que podría ser consideradas pornográficas.


Hombres exhibiendo sus falos, mujeres menstruantes que muestran sus órganos genitales, parejas copulando, desnudos con máscaras animales y otras representaciones sexuales proliferan en los bajorrelieves, los canecillos y los motivos ornamentales de este templo, edificado en el siglo XII sobre una antigua ermita románica. Está enclavado en Cervatos, a unos pocos kilómetros de Reinosa, en la comarca de Campoo.


Pero lo que hace insólito este lugar e incita al viajero a desplazarse al aislado paraje son el centenar de canecillos que ilustran sus muros. Aunque algunos fueron destruidos, todos los que se conservan datan del siglo XII, lo que aumenta el misterio sobre su significado.


Hay también figuras de monstruos malignos que devoran a los hombres, bestias cornudas, saltimbanquis, músicos, artesanos de pócimas mágicas, personajes enmascarados.


En los capiteles de los arcos de dos ventanas, se pueden apreciar motivos que aluden al camino hacia la salvación o, mejor dicho, a la morada celestial que aguarda a los cristianos. Esto contrasta con esa visión descarnada del sexo, que podría ser interpretada como un aviso de las consecuencias de los pecados carnales.


Se le ha dado muchas vueltas a estas representaciones. En fin, la cosa más vieja del mundo. Ya en la Edad Media, ya antes, y muchos antes, sabían  que nos  han  dotado a las personas, incluso a las más exquisitas y poderosas , del mismo impulso. El folleteo. Por eso en esas representaciones no se salva nadie.


Hasta ahora no ha podido ser controlado por la cultura , el Código Penal , ni por la religión con el pecado y la amenaza del infierno. Dicen que esas esculturas eran catequesis  sobre el pecado y la salvación. Puede ser. Y de paso se le iba la mano a escultor y su fantasía.


El sexo , que  produce placer y desolación, neurosis y felicidad, atracción y repulsa, violencia y ternura, amor y perversión. 


Ese instinto básico rompe todas las barreras del honor y del prestigio social; asoma por debajo de los ornamentos sagrados, de las togas de los jueces, de los uniformes más entorchados. No se salva nadie.


El albañal del sexo lo comparten papas y cardenales, artistas consagrados de Hollywood y académicos del Premio Nobel con las manadas de los lobos violadores. 


A cualquier personaje lo puede convertir en un salvaje o sumirlo en el ridículo. El sexo hace débiles a los poderosos, puesto que los deja desguarnecidos a merced de espías, conspiradores y chantajistas.


De eso trata esta joya del románico, en mi opinión. Os animo , si os pilla cerca, a visitarla. Una muy buena excusa para ver esa zona. Maravillosa.





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