jueves, 27 de julio de 2023

TENGO LOS COJONES LLENOS DE AMOR.

En Zaragoza los chicos estábamos educados en las cosas del querer en  el asilvestramiento    total. Bueno, la verdad es que no sé si es cosa de  maños bestias, o de la tribu de los chicos. Pero es lo que yo conozco.


Recuerdo que éramos chavales rudos, en el sentido que santo Tomás daba al ser humano bruto. Tíos bastos , de una tosquedad zafia. Y, lo que es peor, presumíamos de eso. Recuerdo  el grito enamorado de un tío en la calle " ¡ chavala, quien te pillara cagando!!!


O ese amigo del colegio - se llamaba José Manuel Lorenzo- que pasaba al lado de una chica del Sagrado Corazón y le soltaba ¡¡¡ tengo los cojones llenos de amor!!!


La pobre chica se quedaba desconcertada porque no sabía si le gustaba o no. Y sus amigas le decían "'¡ tía, le gustas mazo!".


Y, claro la niña acababa saliendo con el que le quería ver cagando, o tenía los cojones llenos de amor. 


Éramos una tribu que ligábamos en grupo, como los indios, atacando a ellas con gritos y dándose mamporros en el pecho.  Nos educaban muy mal en eso del amor y sus manifestaciones. Y no me refiero a mi padre, que era un caballero. Para mi padre las mujeres eran " como petalicos  de rosa".  Mi padre decía que había que respetar a la mujer de la que te enamoraras porque iba a ser " la madre de tus hijos". Y, claro, así me fue. Yo me enamoraba de pétalos, de flores, de  seres angelicales...pero eso es otro tema. Hoy va de tíos.


Es verdad que desde que tengo uso de razón ya no me dejaba tocar, acariciar, besuquear - tampoco es que en mi casa nos tocáramos mucho entre nosotros. Para mi padre las manifestaciones exteriores de afecto eran " mariconadas", incluso mala señal. Se cachondeaba mucho de un vecino que salía de casa con su mujer cogidos de la mano, rollo Versalles. 


- Allí hay mucho cuento.


No acostumbrábamos a ser cariñosos ni  a los cinco, ni a los veinte, ni a los cuarenta. Ellas , en la adolescencia, pensaban que el chico que les gustaba les cogería de la manita, les diría cosas bonitas, las miraría como Robert Redford  en Memorias de África, lavándolas la cabeza. 


Pero nada.  Como mucho escucha " ¡ Tengo los cojones enamorados!". Eso no lo dice Robert Redford  ni harto de  Jack Daniels. 


Y allí empieza la lista de decepciones amorosas de las chicas. Se pasan la vida esperando un gesto de cariño  como Clint Eastwood bañándose en los  Puentes de Madison con Meryl , que mira que es fácil, y nanay. Eso sólo sale en las películas. No se ha dado el caso de que un hombre haga eso por  una mujer, ni el marido de Ursula von der Leyen , que ese sí lo tiene chupao ,  lo único que tiene que hacer era meter la peluca de su señora en la lavadora.


Ni eso. 


Una vez me dijo una madre en una tutoría - estaba sola- "eso de que el  roce hace el cariño es mentira. Bueno sí, es verdad, pero el roce que a vosotros os hace gracia ya me sé yo dónde es" . Estaba hartita. Ya sé lo que estáis pensando. No hubo lío, ya lo siento. Tengo gordofobia, y no digo más.   Por cierto, la señora era de Fraga.


Los tíos somos muy raros, la verdad. Conocí uno, le seguí todo el noviazgo , fue la mejor película que he visto en mi vida , que era  muy divertido. Se enamoró de una  pija de esas que dice " me parece fumepa" ( qué fuerte me parece), con eso lo digo todo . Él   venía del arroyo. Un urco. Y el hombre se acercó a medios de formación a la obra porque pensaba que así ganaba puntos en la pole de la niña, que era supernumeraria Universidad de Navarra, pax que te cagas . En fin, la historia da para un libro muy gordo.


Menos coña con este hombre. Pitó. Y allí sigue. Y se casó con la "Fumepa", que pasó a decir " voy a casa de mis " Futusús" ( mis futuros suegros) 


El tío cuando quería ponerse cariñoso cambiaba de voz, se le ponía un tono como Monchito, " trufita, dame un besito" . Y , encima, la trufita se lo daba. Joder, yo hubiese puesto voz de Constantino Romero , que me sale de coña, " ¡nena, bésame!".


Me imagino esta pareja en la cama la  primera noche de bodas y a ella poniendo voz de Gracita Morales " señorito, ¿ quiere que le haga un trabajito?".


Luego pasa el tiempo y , ya se sabe, el tío ya ha pitado y se las sabe todas. 


Los vi hace años.  Yo estaba con Manuela. Fuimos a  tomar algo. Manuela me dio de comer una patita frita , y yo le correspondí con un beso. Éramos muy cursis cuando nos poníamos cursis. Poco  después, la pija trufita le puso una olivita en la  boca de su " Pichurrito. El tío la miró como si la hubiese mojado en el culo del camarero. 


Por cierto, y acabo, que una noche fui a un  karaoke con Manuela y unas amigas enfermeras del hospital. Y me dije " se va a enterar esta tía de lo que la quiero".


Y me pedí la de Nino Bravo , Te quiero. Y allí me veis, engolando la voz , " de por qué te estoy queriendo no concibo la razón...te quiero vida mía, te quiero noche y día",  y mientras me bajo del escenario, me pongo de rodillas delante de ella , y me licúo todo. 


Ya en el coche , me dijo: " No vuelvas amontarme un numerito así , ¡ me quería morir, Suso!, ¿ qué te hacía pensar que me gustaba que todo el mundo sepa que salgo con un gilipollas? 


Es porque era de Matilla, un pueblo de Zamora, que son muy así. Si le llego a gritar en el karaoke  ¡¡¡ tengo los cojones llenos de amor!!! seguramente me hubiese dicho:


-  Así sí. Eso es otra cosa.




5 comentarios:

  1. Otro amigo, un tanto rural, anunciaba así la pubertad: ya está pa echar al macho.

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  2. Un tanto del rural suena a San Cugat, Terrassa o Sabadell.

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  3. De la Franja creo, fragatino quizá.

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  4. Cuáto tiempo perdido durante la numerariez…

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